Tamberi intenta: cabeza y corazón para emprender otra empresa

La final mundial de salto de altura esta noche. El oro olímpico persigue el único título que le falta a pesar de su precaria condición física. El padre-entrenador: «A las 2.30 el podio es posible»

De nuestro corresponsal Andrea Buongiovanni

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18 de julio
– EUGENIO (EE.UU.)

Aférrate a las alas de Gianmarco Tamberi. Esperando que no estén marcados. Doblemente atado a sus tormentos. Italia, perdida en el camino Marcell Jacobs, pide una hazaña a su otro héroe olímpico. Gimbo, a partir de las 2.45 h de esta noche italiana (hoy a las 17.45 h de Eugene), estará entre los trece protagonistas de la final de las altas. La clasificación del viernes confirmó las muchas dudas de la víspera. Pero también sus cualidades competitivas: el Ancona, obligado a 2,25 y 2,28 a intentos sin retorno -por dentro o por fuera- aprobó el examen. Y ahora, con toda la experiencia que tiene en la cabeza y las piernas, está listo para jugar sus cartas. Tantas o pocas como sean. Con o sin media barba.

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El título mundial al aire libre es el único que falta en su prestigiosa colección. Pero, dadas las circunstancias, incluso una medalla sería un objetivo importante. Sobre todo porque en las tres experiencias anteriores en el repaso no pasó de dos octavos puestos (en Pekín 2015 y Doha 2019), mientras que en Londres 2017, un año después de la gravísima lesión en Montecarlo, no pasó de la clasificación. Italia, en la especialidad, sólo cuenta con otro puesto entre los ocho primeros: el quinto puesto de Nicola Ciotti en Helsinki 2005 (con 2,29). Mientras que Luca Toso (décimo en Helsinki 1983) y Giulio Ciotti (undécimo en Berlín 2009) llegaron a la final sin sumar puntos. En resumen: hay una necesidad de revertir el rumbo. Sin olvidar, por supuesto, los tres maravillosos podios de Antonietta Di Martino y las posibilidades de la alegre Elena Vallortigara apreciadas el sábado.

Víspera

El capitán azul vivió la víspera con serenidad, flanqueado por su Chiara -a menos de 45 días de la boda del 1 de septiembre en Pesaro- y sus compañeros. Por la mañana siguió y estudió el vídeo análisis de los saltos del viernes elaborado por su padre-entrenador Marco, con el que encontró el equilibrio necesario de cara a un objetivo común, al menos para afrontar la situación contingente. Por la tarde sufrió un ligero puntapié de remate, de activación, con unos pequeños saltos y poco más. Evitando, como suele hacer, intentar las persecuciones para no estimular la inflamación del nervio del recto femoral izquierdo, el de la pierna muerta, que tantos problemas sigue causando, cuando se burla. En el medio, antes, después y durante, mucho descanso. Gianmarco parecía tranquilo. Concentrado. Pero debe ser aparente calma. De una imposición. Es bien sabido cuál es su estado de ánimo ante una carrera importante. Tiene fuego adentro.

La técnica

«En la clasificación -explica Marco- Gimbo empezó mal. No corría, estaba duro, contraído. Luego estuvo muy bien, porque poco a poco consiguió encontrarse a sí mismo y volver con una puesta a punto diferente. Antes del tercer intento a las 2:28 solo le sugerí que se fijara también en el peso muerto, que no se moviera hacia atrás, los movió unos 15 grados hacia adelante y eso fue suficiente, pero la clave sigue siendo la carrera, condicionada por las molestias en la pierna y Nunca estable a lo largo de la temporada. Creo que si todo sale bien, valdrá algo más de 2,30 y con una medida similar también se podrá subir al podio». A once pasos de la gloria, pues: los de su etapa previa… Para redimir un 2022 que, más allá del bronce inventado en el Mundial Indoor de Belgrado con motivo de su debut de temporada, le ha visto trabajar más de lo debido , con una plantilla al aire libre de 2,30 obtenida en la reunión de Ostrava el 31 de mayo, pero también varias consideraciones.

los favoritos

En un período en el que la especialidad atraviesa un extraño proceso de involución -no es sólo por el año postolímpico-, hay un favorito imprescindible. Él es el Sanghyeok Woo de Corea del Sur. Tras el cuarto puesto de Tokio con 2,35, fue el más continuo y, técnicamente, el más sólido y efectivo. En febrero voló a 2,36 (en Hustopece), en marzo ganó el título mundial bajo techo (con 2,34), en mayo la primera etapa de la Diamond League (con 2,33), en casa de Mutaz Barshim. Sí, el qatarí. Sigue siendo una (mitad) desconocida. Su talento -como se confirmó en la calificación- no está en discusión. Pero no parece estar en las mejores condiciones del día. Lejos, por ejemplo, de cuando, en Bruselas en 2014, con 2,43, se le escapó por dos centímetros el récord mundial de Javier Sotomayor, que ostenta desde 1993. Sin embargo, va a por el tercer título mundial consecutivo al aire libre: en Londres 2017 se impuso con 2,35, en Doha 2019, extasiando a la afición local, con 2,37. Un año después de sufrir una lesión muy parecida e igual de grave a la de Tamberi que también le pudo haber hecho cerrar prematuramente su carrera. En definitiva: no contarle entre los favoritos sería un grave error.

Los forasteros

Luego hay varios atletas que aparecen solo un escalón más abajo. Los estadounidenses Shelby McEwen y JuVaughn Harrison, este año mucho más saltador de altura que de longitud, el canadiense Django Lovett, capitán como Tamberi de su selección y otro tres o cuatro fuertes de una temporada de 2,30. Pero es obvio, pensando en el azul, que el destino le pertenece. La carga que siempre le ha acompañado será necesaria para superar los límites del momento. Pero no tiene por qué convertirse en un boomerang. Vaya Gimbo, danos otra maravilla.



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