Por Nils Kottmann
¡Seis millones de personas en Afganistán padecen hambre, y los talibanes no tienen nada mejor que hacer que prohibir trabajar a los trabajadores humanitarios!
El sábado por la noche, el Ministerio de Economía de Kabul pidió la suspensión de todos los empleados de las organizaciones no gubernamentales (ONG). Lo que molesta a los islamistas de la edad de piedra es que no todos los ayudantes usan hiyab (pañuelo en la cabeza), como exige el régimen.
Por lo tanto, las organizaciones de ayuda Care, Save the Children y Norwegian Refugee Aid han dejado de funcionar por el momento. “Mientras obtenemos claridad sobre este anuncio, estamos suspendiendo nuestros programas y solicitando que tanto mujeres como hombres continúen brindando asistencia para salvar vidas en Afganistán”, dijeron en un comunicado conjunto.
Porque: “No podemos llegar a niños, mujeres y hombres en necesidad urgente sin nuestras empleadas”.
La ministra de Asuntos Exteriores Annalena Baerbock (42, Verdes) criticó duramente la prohibición de trabajar: “No aceptaremos que los talibanes hagan de la ayuda humanitaria un peón en su desprecio por las mujeres. Le roban a la mitad de la población otro derecho fundamental, violan los principios humanitarios y ponen en peligro los suministros vitales de las personas”, escribió Baerbock en Twitter. Anunció que abogaría por una “reacción clara”.
Las cifras de agosto de las Naciones Unidas muestran cuánto han devastado los talibanes en Afganistán desde que tomaron el poder en agosto de 2021. Seis millones de personas padecen hambre, tres millones de ellos son niños. Incluso están gravemente desnutridos. Alrededor de la mitad de los casi 40 millones de personas dependen de la ayuda humanitaria.
Las mujeres en Afganistán no pueden estudiar desde el martes Foto: AHMAD SAHEL ARMAN/AFP
Pero a los talibanes no les importa el sufrimiento de la gente. En cambio, prefieren imponer su ideología islamista. Recién el martes prohibieron a las 20 millones de mujeres de todo el país estudiar en las universidades. Su potencial para ayudar a las personas, ya sea como médico o científico agrícola, simplemente se desperdicia.