No sólo entre los que regresan sin medalla sino sobre todo entre los que han ganado una. Una vez finalizados los Juegos, se extiende la «tristeza post-olímpica»: el shock repentino de no tener ya un objetivo claro. Michael Phelps y Simone Biles han hablado abiertamente de ello pero muchos lo padecen. Por otro lado, también sufrimos el vacío nosotros, que no hemos hecho nada más que mirarlos.