No hablamos de la niña que roba el lápiz labial de su madre o se llena la cara de brillantina para la fiesta de una amiga. Hablamos de preadolescentes que, a los 7/8 años, adoptan rutinas reales de cuidado de la piel, que eligen y utilizan productos exfoliantes y antienvejecimiento, que se comportan como adultos obsesionados con su propia belleza y apariencia.