Camp Nou, enero de 1994: en el Clásico el delantero inventa un disparo extraordinario que hace pelear incluso a argentinos y brasileños…
Con casi veintiocho años decidió que había llegado el momento de inventar algo nuevo y ofrecérselo a las personas que siempre habían sido tan generosas con él. Era su forma de devolver el cariño recibido. Como diciendo: ahora te doy esta magia y así estamos empatados. Romario de Souza Faria, el delantero centro brasileño del Barcelona, se preparó toda la semana para la prueba de la verdad. Para ser sincero, según los testimonios de sus compañeros, llevaba tiempo trabajando en ese “número”, se detuvo en el campo de entrenamiento mientras los demás volvían al vestuario y allí, solo, lo intentaba y lo intentaba de nuevo. , corrigió un movimiento, lo mejoró, luego otro, y otro, hasta agotarlo por el cansancio y luego él también se entregó al cálido chorro de la ducha. Después de muchos intentos, ahora sentía que había llegado el momento adecuado. Y precisamente en el día que su afición, la afición barcelonista, consideró el más importante del año. Era el 8 de enero de 1994, se estaba disputando el “Clásico” en el Camp Nou: un partido entre los blaugranas y el Real Madrid. Una descarga eléctrica recorrió toda España.