Stankovic advierte a la Sampdoria: “Cada partido una final. Y las finales hay que ganarlas»

El nuevo técnico de la Sampdoria cita una máxima de “mi amigo Mourinho” y enseguida conquista la plaza: habla de Mihajlovic, Jugovic, Mancini y el famoso Estrella Roja-Samp 1-3 en Sofía en 1992: “Me hubiera gustado ser un recogepelotas ese día…»

Un gran narrador. Y un arranque a lo grande, al menos a nivel dialéctico, que emocionó a la plaza de la Sampdoria. Dejan Stankovic se presentó ante los sampdorianos con fuertes y orgullosas palabras. Un largo monólogo que representa el manifiesto de la Sampdoria por venir.

PORQUE ESTOY AQUI

“No vine por los dos puntos de la Sampdoria y por el lugar que ocupa en la clasificación. Vine por la Sampdoria. En Serbia crecimos viendo a la Sampdoria, primero con Boskov, luego con Mihajlovic y Jugovic y luego con Sinisa en el banquillo. También siguiendo el camino de la Sampdoria en la Copa de Campeones: es una pena no haber podido jugar a la pelota en ese famoso partido que se disputó en Sofía”, cuando la Sampdoria ganó 3-1 al Estrella Roja.

AMIGOS

“Escuché a Lombardo, una persona espectacular, vi a Angelo Palombo aquí. No supe nada de Mancio, pero vi a su hijo el otro día. Hablé con Sinisa. Él también tenía mi edad cuando llegó aquí, 44 años, con Sakic, que había estado aquí como jugador, luego como suplente de Mihajlovic y ahora regresa por tercera vez. Ojalá vuelva a ser un éxito: en aquel entonces cuando era suplente de Mihajlovic, salvó al equipo y al año siguiente mejoró mucho. Solo nos falta trabajar, Nenad es un chico espléndido, me va a dar una gran mano”.

LA FILOSOFÍA

“Seguro que habrá sufrimiento. Quien no sabe sufrir, tampoco sabe alegrarse y vencer. Vi al equipo, el material está ahí. Hay que cambiar de mentalidad, hay formas y formas de perder, vi la última carrera y no fue una actitud que me gustara. No debemos tener miedo a la fuerza que nos ataca, pero debemos saber lo que vamos a defender. El orgullo es importante y no tiene precio. Vengo de un país que ha sufrido, pero no nos importaba la fuerza de quienes nos atacaban. El orgullo no tiene precio. No hago promesas, pero esa malicia competitiva que llevo dentro puede convertirse en el espejo del carácter del equipo”.

MOU DE AMIGO

“Cada partido tiene que ser una final y como decía mi antiguo entrenador Mourinho, las finales están hechas para ganar, no para jugar. Vamos al Bolonia, ellos tampoco están pasando por un momento feliz, pero mirémonos, cómo vamos en el campo, hay que asumir la responsabilidad. Dos días de trabajo solo para un gran equipo pueden ser suficientes».



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