La agencia S&P anunció sorpresivamente por la noche la revisión a la baja de la perspectiva de Italia a ‘estable’ desde ‘positiva’, confirmando la calificación en el nivel ‘BBB’.
En una nota S&P afirma que «el 21 de julio el presidente de la república Sergio Mattarella disolvió el parlamento tras la dimisión del primer ministro Mario Draghi. Las elecciones están previstas para el 25 de septiembre. Estos acontecimientos podrían desviar la atención de las reformas clave y pesar aún más sobre la confianza y el crecimiento en un momento de gran incertidumbre y aumento de la inflación”.
“La perspectiva estable -continúa la agencia- refleja los riesgos que una desaceleración o reversión de las reformas” podría tener para la economía y las cuentas públicas italianas. “La revisión también refleja la alta inflación y los riesgos para el suministro de energía de Italia”, dice S&P. “Podríamos subir la calificación si el próximo gobierno continúa por la senda de las reformas y continúa con la consolidación fiscal gradual. Las calificaciones podrían verse presionadas si la economía italiana cae en una recesión prolongada. Un choque inflacionario prolongado, junto con un crecimiento débil, podría representar un riesgo para las finanzas públicas italianas y, en consecuencia, para las calificaciones ”, señala S&P.
Una parada completa de los flujos de gas desde Rusia a finales de este año “no se puede descartar”. En caso de que esto suceda, Italia -dice la agencia- registraría un crecimiento negativo del PIB en 2023 y 2024.