Una pelota rebotó en mi dirección desde un campo de fútbol de piedra. La historia ha demostrado de manera concluyente que es mejor tirarlo hacia atrás para no perder la cara, pero aún así vi que mi pierna derecha se salió, después de lo cual el balón cayó en los brazos del portero con un bonito arco a unos 35 metros de distancia. La cosecha: aplausos, tres pulgares arriba y un ‘¡bonita polla!’
Si tiro un tintero y los entendidos ven en él una importante obra de arte, aceptaré la admiración con una sonrisa, pero con el fútbol es diferente. Desde la última vez que accidentalmente hice algo impresionante con una pelota, cuando un niño de diez años dejó la mitad en un C8 sin remedio, recuerdo que de repente las expectativas sobre mi habilidad se dispararon. Después de eso, todo lo que pude hacer fue decepcionar.
Aparentemente eso dura mucho tiempo. Tanto que ahora me escuché disculparme en voz alta con un grupo de extraños por la coincidencia de ese pase perfecto.