Hijo de un pentatleta y un campeón de patinaje, Ceccon creció adorando a Nadal y… a su hermano. Su padre percibió su talento y comenzó a entrenarlo haciéndole pescar dinero del fondo de una tina.
Como buen veneciano, cree en Dios. También cree mucho en sí mismo. Y de vez en cuando las dos cosas coinciden. Y estamos aquí para agradecerle, por el oro y por su diversidad, por la pose descatalogada y porque al final -allí, en el podio, mientras sonaba el himno- el choque repentino de una emoción rompió su corazón . En ese momento el nudo en mi garganta se hizo pesado y las lágrimas comenzaron a flotar en mi mirada, que de repente parecía tan cercana, este chico de veintitrés años, este pedazo de puro cristal. Thomas Ceccon, el mejor.