“Fingí ir de vacaciones a Belerus, allí crucé la frontera y acabé en Holanda desde Polonia y Alemania. Luego me entregué a la policía. Fueron muy amables y me dieron un billete para Ter Apel”. le cuenta a Suleiman sobre el camino que recorrió.
Cuando llegó a Emmen en tren, vio lo complicado que era tomar el autobús a Ter Apel. “No había nadie que me acompañara al autobús. Tomé el autobús equivocado y terminé en Groningen. Por eso comenzamos esta iniciativa”. Junto con varios amigos, acompaña a los solicitantes de asilo llegados al autobús de la derecha, que va en dirección a Ter Apel. “Ayudamos a las personas que no saben cómo conseguir un boleto, a las personas mayores con su equipaje y pueden traducir si ocurre una falta de comunicación en algún lugar”.
Según él, muchas molestias son causadas por esta falta de comunicación, donde las personas no se entienden bien entre sí. “Si el alborotador escucha a alguien que habla el mismo idioma, se calma un poco. En Emmen ahora dicen que los problemas se fueron desde que llegamos”, elogia Suleiman la obra. En los últimos tiempos se ha hablado mucho de las molestias en el transporte público entre Emmen y Ter Apel, a menudo causadas por los llamados módulos de aterrizaje seguros.
Por cierto, Suleiman aún no sabe si puede quedarse en los Países Bajos. Es positivo sobre el país y la gente, pero todavía está esperando una decisión final. “Quiero vivir aquí, casarme y morir. No volver a irme nunca más”, dice con firmeza.
Vea la historia de Khaled el Suleiman y la ayuda que ofrece a los solicitantes de asilo aquí: