La primera noche en la que la policía de Knokke, Bélgica, recibió ayuda de agentes holandeses para mantener a raya a los jóvenes holandeses transcurrió sin problemas. Eso dijo el jefe de policía Steve Desmet el sábado. Espera que especialmente el domingo lleguen jóvenes de la región de Gooi y Vecht, el ‘público objetivo’ del despliegue policial conjunto.
En el pasado causaron “muchas molestias” en el balneario. Knokke, al otro lado de la frontera con Zeeuws-Vlaanderen, es popular entre los jóvenes holandeses en los meses de verano. Las cosas suelen salir mal, con peleas y disturbios de visitantes intoxicados. La política sobre el alcohol en la ciudad costera belga es más flexible que en los Países Bajos: los jóvenes a partir de los dieciséis años pueden beber alcohol.
“Aquí vienen principalmente jóvenes de entre quince y veinte años, que a menudo viajan por primera vez sin sus padres. Puedes saborear las alegrías de la vida nocturna”, dice Desmet. “Reconocemos un patrón en el que los jóvenes hacen un primer viaje a Knokke. Al año siguiente van a Albufeira en Portugal y al año siguiente a Hersonissos, en Grecia”.
La asistencia holandesa consta de dos policías y un enlace, un inspector de distrito de la región de Gooi y Vecht. En colaboración con compañeros belgas, realizan patrullas en Knokke y, si es necesario, actúan en las zonas de ocio nocturno. El viernes permaneció tranquilo en la ciudad y por eso la noche fue “buena para conocernos”, según Desmet.
Según él, la cooperación con la policía holandesa en los últimos años ha sido un valor añadido. Los colegas holandeses serían más fáciles de iniciar una conversación con los jóvenes y los cabecillas podrían identificarse más rápidamente porque podrían verificarse en las bases de datos holandesas.
Actualmente hay muchos jóvenes de Haarlem, Rotterdam y Utrecht, según el jefe de policía, pero no han causado molestias.