Sin embargo, todos nos quedamos quietos, porque éramos y seguimos siendo holandeses.

paulina cornelisse

Afuera estaba sombrío y brumoso, pero adentro el misa criolla jugó. Esa es una música maravillosa, por no decir: conmovedora. Sin embargo, todos nos quedamos quietos, porque éramos y seguiríamos siendo holandeses. Durante el bis quedó claro desde el escenario que se nos permitía aplaudir. Lo hicimos, agradecidos por el permiso.

Y entonces, de repente, un hombre se puso de pie. En un mar de sentados, aplaudía de pie. Tenía razón, la música lo pedía, pero nadie más se atrevía. Parecía un contador jubilado, demostrando una vez más que los verdaderos rebeldes no se reconocen por su apariencia.

Después del reventón hubo otro verso silencioso y sensible y el rebelde se quedó de pronto con las manos vacías. Ahora que. Lentamente se hundió en su silla. Luego, cuando todos se pusieron de pie, él permaneció sentado. Te lo dije: un rebelde.



ttn-es-23