Para Simone van Dijk, de 28 años, el año nuevo comienza donde más ama. En medio del bosque. En su tienda de campaña. Sin calefacción, una despensa bien surtida o una lavadora que limpie su ropa de lana en una hora. Pero con el susurro de los animales del bosque y un cielo despejado y lleno de estrellas cuando hiela por la noche. “Quiero reducir mi vida a su esencia”.
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