“El pueblo es oet”, eso de repente se hizo posible cuando, a los dieciséis años, adquiriste un ciclomotor. Uno tuvo que trabajar duro para ello, el otro con algo de apoyo de la familia. Pero una cosa era segura: podías descubrir el inmenso mundo siendo un joven rural.
El ciclomotor como símbolo de libertad.
“Pensé que el decimosexto cumpleaños era el cumpleaños más importante que existía”, dice Henry Benning de Echten. “Mira, dieciocho también está bien, con coche, pero dieciséis: la moto ya estaba lista”. Y Benning vivió todo tipo de aventuras en ese ciclomotor. Desde salvajes persecuciones policiales hasta conocer chicas y todo lo demás. Y eso sólo en unos pocos años.
Han pasado muchos años. Benning tiene su propia empresa de construcción y siempre está ocupado, pero un paseo en el Kreidler relaja. “Creo que todavía eres un poco perdedor”, se ríe. “Esa es una salida para mí. Entonces me siento libre”.
A continuación, Benning habla con entusiasmo sobre esa época.