Por un lado, la emergencia por sequía que afecta, en particular, al centro-sur y a las islas y que ha dividido a Italia en dos. Por otro lado, una serie de cuestiones críticas, estrechamente vinculadas a la grave crisis del agua, a pesar de los grandes avances logrados gracias a la gestión industrial y al trabajo de Arera (Autoridad de Energía, Redes y Medio Ambiente) que garantizó la estabilidad del sistema y el crecimiento de las inversiones. Pero todavía hay mucho margen de mejora, como se desprende también del control del estado de salud del agua contenido en el último informe anual de la Autoridad donde, por mencionar sólo el punto más significativo, el valor medio de las pérdidas de agua es del 2023 a nivel nacional en 41,8%, con niveles menores en el Norte y mayores en el Sur, que también registra las mayores interrupciones del servicio (227 horas al año contra un promedio nacional de 59 horas).
Cuestiones críticas de infraestructura, especialmente en el Sur
Por supuesto, también existen factores fisiológicos que explican estas diferencias. Pero está claro que una gran parte de estas cifras es atribuible a oleoductos y sistemas demasiado antiguos, especialmente en el Sur. Donde las administraciones municipales “económicas” dominan (1.465 en total, de las cuales el 80% en el Sur con una inversión media de 11 euros por habitante, frente a una “barra” nacional de 70 euros) que las industriales, que asociados con importantes planes de desarrollo.
La iniciativa de Utilitalia
Por lo tanto, sigue existiendo una profunda brecha en términos de capacidad de inversión entre las entidades industriales y las entidades económicas municipales, exacerbada por la fragmentación de la gestión. Por este motivo, Utilitalia, la federación de empresas responsables de los servicios públicos de agua, medio ambiente y energía y que representa a más de 400 empresas que cubren, sólo en materia de agua, al 86% de la población italiana, ha tomado lápiz y papel para pedir la creación de una mesa nacional de crisis y presentar a la primera ministra, Giorgia Meloni, una propuesta de reforma de cuatro puntos para el sector del agua. Objetivo: llevar el porcentaje de inversiones por habitante a 100 euros al año y reducir a 100 el número de empresarios medianos/grandes presentes en la zona (que hoy son 1.800).
«Para contrarrestar mejor los efectos del cambio climático sobre los recursos hídricos debemos alejarnos de la lógica de emergencia. En los últimos diez años, las inversiones han aumentado un 94%, alcanzando los 4.000 millones por año. En términos de pérdidas de red, sobre las que estamos recuperando el legado de muchas décadas de inversiones insuficientes, las inversiones previstas se sitúan en el 27%, guiando las prioridades en la planificación del sector en comparación con todos los demás indicadores seguidos por Arera. Pero ahora necesitamos una mayor aceleración”, explica la vicepresidenta de Utilitalia responsable del agua, Barbara Marinali, a Il Sole 24 Ore. Una aceleración que, según escribe Utilitalia en la carta enviada al primer ministro junto con la propuesta de reforma, “es impensable sin la intervención de todos los sujetos implicados, incluidos los institucionales”.
El plan de inversiones contempla hasta 6 mil millones por año
El plan, como aclara además el vicepresidente, «tiene como objetivo reducir la fragmentación, introducir parámetros de verificación de la gestión, la consolidación industrial del sector y un enfoque integrado entre los diferentes usos del agua. De este modo esperamos llevar el nivel de inversiones de los 4.000 millones actuales a 6.000 millones al año”, que es la necesidad del sector estimada por la asociación. Pero esto no es suficiente, precisa Marinali, «porque, para asegurar el sistema, es necesario un esfuerzo del Gobierno que ya ha dado muestras de gran atención y voluntad de abordar sistemáticamente las cuestiones del agua. De hecho, sólo una acción de apoyo público a largo plazo puede permitir realizar inversiones de esta magnitud.” Una acción que, para Utilitalia, debe traducirse en una asignación estructural en el presupuesto. Lo que Marinali cuantifica «al menos 1.000 millones de euros al año durante los próximos diez años. Está claro, en efecto, que las obras necesarias para todo el sistema nacional de agua no pueden sufragarse únicamente con las tarifas (que sustentan hasta 4 mil millones de dólares al año en inversiones, ed.). Esto permitirá crear un plan extraordinario de intervenciones destinadas a asegurar la protección del recurso y garantizar el suministro incluso en períodos cada vez más frecuentes de estrés climático”.