La sudafricana, tres oros olímpicos y dos mundiales, ya no puede correr sus 800 y cierra con el 28º tiempo de la jornada de 35 clasificados
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21 de julio
– EUGENIO (EE.UU.)
Solo nos falta el calor (33-34 grados) que oprime Hayward Field: Caster, al principio en la parte baja del grupo, después de irremediable desprendimiento, zapatilla, cuelga, caracolla, bocanadas. ¿A dónde fue el atleta que gobernó el mundo? ¿Dónde está el corredor de media distancia con tres medallas de oro olímpicas y dos mundiales? No hay más. También porque entonces corrió los 800 y ahora está obligada a hacer los 5000, dado que el reglamento de la federación internacional, desde 2018, le prohíbe a ella y a los que están en su condición natural (exceso de testosterona) competir en pruebas femeninas entre 400 y la milla Caster – Caster Semenya – regresa a la escena del campeonato mundial después de cinco años y mil batallas (perdidas) por el reconocimiento de sus derechos como atleta intersexual. Y ella es el triste sustituto de sí misma. Envejecida (en enero cumplió 31 años) y agobiada. Los rasgos, esos, no han cambiado: siempre son masculinos. Ni siquiera la deportividad: antes y después de la carrera va a saludar a los contrincantes.
La raza
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Está en la primera de dos baterías: el público está de su parte. Cuando se anuncia su nombre y se enmarca su rostro, se escucha un pequeño rugido. Listo y se mete en medio del grupo. Aguanta poco más de un kilómetro (2’57”). Luego hace cola. Luego, antes de la transición al 2000 (3’04”), pierde el contacto. La acción, comparada con la de los demás, es pesada. Es una rendición: el sudafricano hace el 3º km en 3’15” y el 4º en 3’17”. En la última (3’13”) pierde otro par de posiciones: no tiene cambio de ritmo, no tiene más velocidad de base. Cierra (decimotercero anónimo) en 15’46” 12,54″ del vencedor, el etíope Gudaf Tsegay. Y unos quince segundos más que el personal obtenido en abril en Ciudad del Cabo, tiempo que contribuyó a engrosar su ranking internacional y acabar así en el grupo de los pescados a Eugene tras los diversos sacrificios de los que le precedieron.
Etapas
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Los sentimientos son opuestos. Por un lado, a pesar de todo, está el “placer” (muy humano) de encontrar de nuevo al deportista ya la persona en un entorno que todavía le es querido. “Es lindo haber corrido aquí – admite Caster, con extrema humildad, en zona mixta -: solo terminar esta 5000 fue una bendición para mí. Estoy teniendo experiencias y estoy dispuesta a hacer otras. El calor aquí, sin embargo, me impidió hacerlo mejor. Lo intenté todo lo que pude”. Por otro lado, prevalece el pesar de haberlo visto así, fuera de condiciones y fuera de contexto. La suya es la contrarreloj número 28 de la jornada de 35 clasificados. Es fácil imaginar que, en una pista internacional, fue su última actuación. Los de otro tipo seguirán: en los tribunales en defensa de sus derechos.
21 de julio – 03:57
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