Según datos de Actionaid, unas 2.000 niñas corren riesgo cada año. La sensibilización sobre el tema debe partir de las escuelas para llegar a las familias y, en particular, a las madres


Antonella Baccaro (foto de Carlo Furgeri Gilbert).

TEn un mes celebraremos el Día de la Madre. Nunca antes se había debatido en el mundo político el papel de esta figura que goza de un particular halo de sacralidad en nuestro país.

La polémica de la gestación subrogada y las primeras discusiones sobre el derecho al aborto enardecieron a las facciones enfrentadasy me pregunto si hablar de eso hoy es realmente una prioridad para quienes nos gobiernan.

Pero aquí, por una vez, No quiero hablarles de los derechos de las madres sino de sus responsabilidades. Como la de algunos de ellos, que llegaron a Italia a menudo en condiciones difíciles, que deciden respetar sus tradiciones, a veces malinterpretándolas, incluso en nuestro territorio, condenando a sus hijas al terrible destino de un matrimonio forzado.

En Italia no existen datos suficientes y precisos que indiquen la incidencia del fenómeno. Segundo Ayuda en Acciónquien merece cuidarlo, se estima que alrededor de dos mil niñas están en riesgo cada año.

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Las comunidades extranjeras más implicadas son las de Bangladesh, Malí, Somalia, Nigeria, India, Egipto y Pakistán. Desde que el matrimonio forzado se incluyó en Italia como delito dentro del Código Rojo, se han registrado 35 delitos de coacción o inducción al matrimonio (agosto de 2019 – diciembre de 2021).

Desafortunadamente, a pesar de estar incluido en el plan antiviolencia 2021-2023 la creación de un mapeo de estas prácticas, ya que no existe un plan operativo, nada se ha logrado todavíaa pesar de que las crónicas han sacado a la luz casos trágicos, como el del pakistaní Saman.

Actionaid se encarga de denunciarlo, llamando la atención sobre el hecho de que en Italia a menudo se piensa que es el padre quien decreta el futuro de las niñas, mientras que son las madres quienes realmente lo hacen. Por lo tanto, la sensibilización debe partir de las escuelas para llegar a las familias, las madres. Son ellos con quienes hablar para que acepten los cambios en la sociedad.

Un compromiso que debe partir de las institucionesdemasiado a menudo últimamente centrado en objetivos cuestionables de homologación cultural en lugar de acoger, integrar, transmitir los valores de humanidad y civilización que caracterizan a nuestra sociedad.

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