Un hombre de 52 años viene a mi consultorio con síntomas compatibles con diabetes mellitus tipo 2. Digo que los resultados de sangre indican diabetes. “Oh, afortunadamente, ninguna enfermedad”, dice. Le explico que tiene diabetes: debido al exceso de azúcar en la sangre, probablemente también tenga mucha sed. «Sí, bebo dos litros de cola por la noche, ¡qué sed!» Le digo que debe dejar eso de inmediato, porque realmente es mucha azúcar. Me mira con alivio y dice: “Dios, tenía miedo de que me dijeras que dejara de fumar”.
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Una versión de este artículo también apareció en el diario del 23 de junio de 2022