Basta ya de evaluación jerárquica en la forma e igualitaria en el fondo. Para medir el desempeño de los directivos y, sobre esta base, distribuir la retribución por desempeño y, sobre todo, el superplus previsto por el contrato nacional firmado hace dos semanas, se pedirá a los colegas pero también a los empleados que expresen sus opiniones, sin olvidar a los usuarios externos cuando Se trata de evaluar los niveles de servicio garantizados por la oficina.
el super premio
La directiva sobre evaluación que acaba de firmar el ministro de Administraciones Públicas, Paolo Zangrillo, marca un nuevo intento de relanzar el “mérito” en la administración pública. Está en juego, en primer lugar, el nuevo superbonus para los directivos, es decir, “una remuneración por resultados con un importe al menos un 30% superior al valor medio per cápita de los recursos globales” asignados por cada administración a esa partida, procedente de la reserva para ” una cuota máxima limitada de directivos y profesionales”. La negociación descentralizada identificará el porcentaje de ganadores en cada organización, también sobre la base de los criterios establecidos por la directiva.
Evaluación por pares
La indicación es desarrollar formas alternativas a la evaluación jerárquica por líneas verticales. Por lo tanto, se nos pide que adoptemos modelos de “evaluación ascendente”, en los que los colaboradores expresan, de forma estrictamente anónima, una opinión sobre su superior (por ejemplo, con cuestionarios anónimos destinados a verificar si el trabajo del directivo está orientado a mejorar la calidad de vida). actitudes del personal, para fomentar la productividad, para garantizar el bienestar organizacional, etc.), y de «la evaluación por pares, en la que participan los compañeros, especialmente aquellos con los que existe una relación más constante y relevante». No hay que olvidar la “evaluación colegiada”, basada en la “comparación entre directivos (o, según los casos, entre directores generales o altos directivos)”.
Usuarios en el juego
Mientras que para el desempeño organizacional, el más importante para la generalidad del personal, se nos pide una vez más involucrar a los “stakeholders externos”, es decir, “los usuarios de un servicio prestado por la oficina o una muestra de ciudadanos u otros stakeholders, fundamental cuando se trata a los empleados en estrecho contacto con el público.” La idea no es nueva, en el pasado los intentos han resultado en poco más que acciones simbólicas, como los famosos emoticones que aparecían en muchas oficinas públicas. ¿Será ahora el momento adecuado?