Ayer se realizaron dos cacerías de ballenas piloto, matando un total de 446 animales. Estas dos cacerías traen los números grindadráp este año a las cinco.
Es una tradición milenaria, a veces controvertida. Una pequeña escuela de cetáceos es perseguida en una bahía por botes y rodeada. Los pescadores que se han quedado en tierra luego se meten al agua hasta la cintura y matan a los animales con cuchillos. Las espantosas imágenes de los animales muertos y el mar ensangrentado causan indignación entre los activistas por los derechos de los animales cada año.
En 2014, la ONG Sea Shepherd logró interrumpir la temporada de ese año. Denuncian una normativa que permite la intervención de buques militares daneses para evitar esta práctica en aguas feroesas. Los habitantes de las islas que defienden la caza creen que los medios extranjeros y las ONG no respetan su cultura.
En 2022, hubo otro tope de 500 en la matanza de delfines, luego de una captura «inusualmente grande» de 1.423. El límite se aplica durante dos años. El gobierno también reconoció que la captura no había ido según lo planeado. Una petición que exige el fin de la caza se firmó más de 1,3 millones de veces en todo el mundo.
Las dieciocho islas se encuentran entre Islandia, Noruega y Escocia.