Se acerca el fin del acuerdo migratorio con Túnez en el que casi nadie creía

Rostros resplandecientes, manos literalmente una encima de la otra. El presidente Kais Saied, Ursula von der Leyen (presidenta de la Comisión Europea), la primera ministra italiana, Georgia Meloni, y nuestro primer ministro, Mark Rutte, lo habían arreglado bien en julio pasado, pensaban. Túnez recibiría mil millones de euros para limitar el flujo migratorio del país norteafricano hacia Europa. Además, el dinero también estaba destinado a invertirse en el país, de modo que se pudiera fortalecer la débil economía.

La pregunta es qué representa todavía el acuerdo, ahora que el presidente Saied se opone al primer paquete de apoyo de 127 millones de euros que Europa está liberando. Él mismo no aclara por qué rechaza los millones de Bruselas. Le gustaría conseguir más dinero, pero Saied lo niega.

“El hombre es impredecible, no muestra la parte de atrás de la lengua. El hecho de que Saied se esté levantando ahora tiene que ver principalmente con el Fondo Monetario Internacional”, explica el periodista holandés-tunecino Faïrouz ben Salah. “Este FMI está preparado con un préstamo de 1.800 millones de euros, pero ese dinero está sujeto a condiciones estrictas. Menciono la abolición de los subsidios alimentarios o la reducción de funcionarios. Si Saied acepta estas medidas, firmará su sentencia de muerte política. La población no lo aceptará, el país está al borde de la quiebra, la gente lo está pasando mal”.



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