En la Serie A desde 2013 ha lanzado entrenadores y jugadores sin perder de vista el balance. Así se convirtió en un ejemplo de buena gestión
No es un milagro: en el deporte ocurren muy raramente. No es un cuento de hadas: tienen una duración corta, mientras que esta historia lleva diez años. Sassuolo es más bien un modelo: de planificación, de previsión, de competencia, de organización, de trabajo. El club verdinegro celebró hace unas semanas la conclusión del décimo campeonato consecutivo de la Serie A. El promedio de colocación es el 11º, las satisfacciones han sido muchas y repetidas, los picos en juego son notables, los jugadores lanzados son muchísimos. El Sassuolo es especial porque es único en el panorama de nuestro fútbol, se regenera cíclicamente gracias a fichajes ilustres, se apoya hábilmente en entrenadores rampantes, llega a fin de mes sin renunciar a inversiones estructurales (el bello polideportivo, por ejemplo), siempre siguiendo la línea dictada en principio por Giorgio Squinzi. Que ya no está, pero que fue muy bueno señalando un camino que aún ahora en el club todos recorren en su nombre. Un día Squinzi llamó a Giovanni Carnevali y de ese encuentro nació Sassuolo, que en poco tiempo aterrizó en la Serie A para quedarse allí: “Más que un plan deportivo -recuerda ahora Carnevali- los dueños querían un proyecto de marketing y comunicación: la idea era que hacer de Sassuolo un equipo amistoso, con valores compartidos y obviamente también con buenos resultados. La filosofía era clara: un programa a largo plazo, centrado en jugadores italianos y entrenadores jóvenes, en un juego de equipo ofensivo y divertido más que en la individualidad. “Mi proyecto fue popular y ahora seguimos adelante con la misma pasión y la misma directriz. La familia, incluso después de la muerte del Dr. Squinzi y su esposa, está muy cerca de la empresa. Y cuando tengo que tomar una decisión , siempre me pregunto qué me aconsejaría el patrón”.