¿San Remo? No, San Siro: Leao el rapero contra Mazzocchi el neomelódico


Milán-Napoli también suena en notas: Rafa ha editado dos discos y tiene nombre artístico, el exjugador del Salernitana es amante de la música napolitana contemporánea y también la utilizó para su iniciación en la selección

Salvatore Malfitano

El futbolista es un viajero. Él persigue un trabajo que surge de un sueño. Nadie, por muy talentoso que sea, puede sentir que tiene una carrera satisfactoria y rentable. Las variables y los imprevistos son una constante en la profesión. Aquí, pues, los orígenes adquieren una relevancia más decisiva. Son raíces muchas veces consolidadas por la distancia, a las que siempre nos aferramos, de una forma u otra, en la medida de lo posible. Muchos eligen la música para sentir la llamada del hogar, expresada como sugiere el alma de cada uno: escuchada, cantada, creada. Rafael Leao y Pasquale Mazzocchi son las dos caras de una hoja de puntuación.

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La contraparte musical del talento portugués se llama Camino 45. El número recuerda el código postal de la calle donde nació, en Almada. En tres años lanzó dos álbumes: Comienzo y Mi vida en cada verso, el género oscila entre el rap, el trap y el taladro. La pasión surgió dentro del hogar, transmitida por su padre Antonio que disfrutó de ello desde joven. Rafa, muy joven, creó un pequeño estudio en el que ensayaba. La vocación del hijo ha arraigado tanto que cuando Leao piensa en una vida después del fútbol, ​​se la imagina con el micrófono en la mano. «Me gusta mucho rapear, creo que cuando termine mi carrera podría hacer esto. Por ahora es solo un pasatiempo, en el que hablo de mi vida y de los sacrificios que he hecho para llegar hasta aquí. No soy de los que muestran emociones». y sentimientos, pero a través de la música puedo hacerlo». Las canciones están en su mayoría en portugués, pero también hay algunas en italiano. A las interpretaciones personales, sumamos también la actuación en los entrenamientos de Cenere di Lazza, gran hincha rossoneri.

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Mazzocchi no tiene los estigmas de un cantante, pero no le falta pasión, especialmente por la música en lengua napolitana. La más apasionada y veraz, y la neomelódica más actual como no mayor de Anthony es la composición más canónica de Sal Da Vinci. Para el rito de iniciación a la selección eligió una de sus canciones, Viento. Una actuación especialmente apreciada por Donnarumma e Immobile, quienes, irónicamente, la recomendaron para entretener a los invitados a las ceremonias. En el Milán-Nápoles actuarán en dos flancos diferentes, en el campo lo más probable es que se enfrenten muy poco. Quién sabe, pero un día no podrán tocarla ni cantarla juntos.





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