El 11 de diciembre de 1964, Sam Cooke fue asesinado a tiros en un motel de Los Ángeles. Millones de personas lloraron y, dadas las circunstancias confusas, muchos dudaron de la versión oficial. En “Dream Boogie”, Peter Guralnick describe con inmenso detalle el misterio que rodea la muerte de Sam Cooke.
La muerte de Cooke probablemente nunca será reconstruida con sinceridad. Los hechos conocidos son los siguientes: Cooke conoció a la fiestera Elisa Boyer en un restaurante de Hollywood y, después de una noche bebiendo mucho, la llevó al Hacienda Motel.
“Señora, usted me disparó”
Cooke entró al baño; Cuando volvió a salir, su ropa, su dinero y la niña habían desaparecido. Enfadado, se puso una chaqueta improvisada y se dirigió al apartamento del director del motel, donde creyó haber visto a Boyer. Golpeó la puerta pero la gerente, Bertha Franklin, de 55 años, se negó a dejarlo entrar.
Cooke rápidamente derribó la puerta de una patada. Estalló una pelea. Franklin cogió su pistola. Se realizaron tres disparos. Una bala atravesó el corazón y el pulmón de Cooke. “Señora, usted me disparó”, fueron sus últimas palabras. Un jurado calificó el crimen como “homicidio justificable”. Pero mucha gente duda del curso de los acontecimientos descritos en el tribunal.
Como revela el libro de Guralnick, un investigador privado contratado por el manager de Cooke, Allen Klein, descubrió que Boyer era una puta y una ladrona: insistía en que sus clientes se bañaran antes de tener relaciones sexuales y, mientras lo hacían, les robaba su dinero y su ropa. La muerte de Cooke fue aparentemente el trágico resultado de un robo fallido.
Para dar cabida a todos sus amigos y fans, se celebraron dos funerales, uno en Los Ángeles y otro en su ciudad natal de Chicago. En el funeral en Chicago, los dolientes no cabían en la iglesia, y una gran multitud se alineó en la calle en el día helado: gente común y estrellas, incluidos los amigos de Cooke, Muhammad Ali (anteriormente Cassius Clay) y Smokey Robinson, que rindieron homenaje. A la gran alma Singer le presentó sus últimos respetos.
Un artículo de los archivos de RS.
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