En respuesta a las sanciones occidentales, Rusia quiere aumentar el gasto presupuestario y reducir aún más las tasas de interés. La presidenta del banco central ruso, Elvira Nabioellina, dijo esto al parlamento ruso el lunes.
El Fondo Monetario Internacional espera que la economía de Rusia se contraiga un 11 por ciento este año como resultado de las sanciones por la guerra en Ucrania. Rusia atraviesa actualmente su peor crisis económica desde principios de la década de 1990. La economía ucraniana se está reduciendo en un múltiplo de eso: en un 45 por ciento, espera el FMI.
“El tiempo en que podemos vivir de nuestras reservas está llegando a su fin”, dijo Nabioellina al parlamento ruso a través de un enlace de video. “Estamos entrando en un período en el que debemos centrarnos en modelos comerciales alternativos”.
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Productos de generaciones anteriores
El presidente ejecutivo del banco central ruso se refería, entre otras cosas, a una aceleración de la sustitución de divisas, como dólares y euros, para negociar en rublos. Las empresas rusas deben “adaptarse”, dijo Nabioellina. “Y las empresas tienen que buscar nuevos socios comerciales o volver a fabricar productos de generaciones anteriores”.
Según Nabioellina, estos ajustes de la economía van acompañados de un aumento de los precios de los bienes. La inflación en Rusia fue nada menos que del 17 por ciento en marzo. Nabioellina dijo que no tiene la intención de frenar demasiado la inflación, para evitar que las empresas rusas sientan el incentivo de adaptarse a la nueva situación.
El impacto para la economía rusa ha entrado así en una nueva fase, también según el gobierno ruso. Si bien hasta ahora las sanciones occidentales han afectado principalmente a los mercados financieros, el impacto en la economía real de Rusia ahora se está volviendo cada vez más evidente.
Esto ya es plenamente visible en la capital rusa, Moscú. El alcalde de Moscú, Sergey Sobyanin, escribió en un blog el lunes que el éxodo de las empresas occidentales le costará a Moscú (12,5 millones de habitantes) unos 200.000 puestos de trabajo.
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Buscando la salvación en Europa
Shell, Heineken, Booking.com, Uber, McDonald’s y Apple, entre otras, han cerrado sus oficinas en Rusia a raíz de la guerra en Ucrania. La capital, en colaboración con el gobierno nacional, ahora está poniendo a disposición un fondo de unos 37 millones de euros para ayudar a la población, por ejemplo, para capacitar al personal.
Además, las empresas rusas también están luchando por dejar personal como resultado de las sanciones occidentales. Esto afecta, por ejemplo, al personal de TI altamente capacitado, que está dando la espalda en masa a las empresas tecnológicas rusas y buscando refugio en Europa.
El mes pasado, una encuesta realizada por la asociación rusa de trabajadores tecnológicos RAEK mostró que entre 50.000 y 70.000 trabajadores tecnológicos se han ido de Rusia. En abril se sumarían otros 100.000 empleados.