Marjon ya no tiene muchos recuerdos de aquellos días. Lo que sí sabe es que lo que más quería era esconderse. “Simplemente déjalo donde está. Luego se convertirá en piedra. Eso es absurdo, por supuesto, porque no funciona de esa manera en absoluto. Pero mi primera reacción fue huir, esconderme y no volver a salir”.
Es mejor para la salud de Marjon que dé a luz lo antes posible. Y así va al hospital con su pareja al día siguiente. “Ves en la televisión que las mujeres gritan y lloran muy fuerte cuando dan a luz. Yo estaba de acuerdo conmigo mismo; el bebé no llorará, así que no haré un pitido. Harás todo tipo de acuerdos extraños contigo mismo. fue un parto silencioso”.
“No estaba exactamente seguro de cómo se vería Boet. Tal vez se veía realmente loco o deforme. Una vez que estuvo afuera, la enfermera lo sostuvo en sus manos y me preguntó si quería sostenerlo. Por supuesto que sí”. Tan pronto como Marjon tiene a Boet en sus brazos, inmediatamente se enamora. “Sabes que el bebé no está vivo, pero de todos modos fui a contarle los dedos de las manos y los pies. Creo que también le pregunté a la enfermera si Boet estaba bien. Muy extraño. Es una situación un poco esquizofrénica. Por un lado, tú están muy tristes porque él no está vivo. Por otro lado, la madre naturaleza inmediatamente te da el instinto de que estás muy orgulloso y feliz. Fue amor a primera vista. Realmente hubo momentos en los que no estaba ocupado en absoluto, solo pensé sobre lo hermoso que pensaba que era. Quería vestirlo, abrazarlo y mostrárselo a todos. Estaba increíblemente orgullosa”.
Boet se va a casa con Marjon y su pareja después del parto. Allí yace en su cuna. En esa semana Marjon puede despedirse de su hijo. “Al principio quería abrazarlo todo el tiempo, pero después de un tiempo se siente antinatural sostener a un bebé frío. En un momento también pensé que debería terminar. No puedo estirarlo más”.
El primer año y medio después del nacimiento, Marjon está, como ella dice, “completamente fuera del mundo”. Al principio hay mucha atención y espacio para la situación de su entorno. “Tuve la suerte de que hay gente con la que lo podía hablar bien. En un momento dado hay gente que dice que hay que seguir con la vida. Que hay que darle un lugar. Eso lo entiendo. Gente no puedo imaginarlo. Es bueno que la gente no pueda imaginarlo”.