Román, el gran titiritero al que ni siquiera le gustaba el fútbol

Durante veinte años uno de los más ricos del mundo, ex cajero de Yeltsin y desde 2018 un hombre «no bienvenido» en Gran Bretaña: vendía cigarrillos a turistas fuera del Kremlin, luego el punto de inflexión con la boda y 2.000 rublos…

Si es cierto que cada rostro cuenta una historia, la de Roman Abramovich -la fijeza de la máscara, los ojos cerúleos e indescifrables, una especie de serenidad airada que encuentra sólo en el pliegue de la boca un destello de sorpresa irónica (mira atentamente: siempre parece asombrarse de algo, pero solo un poco)- es el bignami de toda una vida deliberadamente silenciosa y tácitamente siniestra, entregada al poder en todas sus formas, empeñada en las acciones de quienes lo hacen pero no lo hacen decir, y esas raras veces que dicen – tranquilos – ya lo ha hecho.



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