Primeras sonrisas para el argentino que llegó procedente de la Juve por 26 millones (más 4 en bonus). Firmará un contrato de cinco años por valor de 2 millones por temporada
Camiseta negra y mochila. Pero más que nada la sonrisa en su rostro y los ojos felices de alguien que consiguió lo que quería. Ni siquiera el retraso de una hora en el vuelo procedente de Turín diluyó la alegría de Matías Soulé, que aterrizó a las 22 horas en Fiumicino y ya está listo para afrontar su nueva aventura en la capital. A partir de las 20 horas lo esperaban, dentro y fuera del aeropuerto, casi 300 aficionados delirantes a pesar del domingo de finales de julio y de la larga espera. Primero los cánticos para el equipo, luego los ya personalizados para el argentino que nada más cruzar la salida se vio literalmente sobrepasado por la afición. Agradeció y estrechó la mano de los primeros, luego, escoltado por la policía, entendió que era mejor apresurarse hacia el auto que lo esperaba afuera. Pero él nunca dejó de sonreír.
YA ÍDOLO
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Un reconocimiento al amor por Matías, que deseaba fuertemente a la Roma rechazando las ofertas de la Premier League y ayudando al club Giallorossi en el tira y afloja con la Juventus. Al desembarcar también le esperaba el director deportivo Ghisolfi, como ocurrió con Le Fée. A su llegada, el técnico francés se vio desbordado por el abrazo de la afición que le pedía más tiros. Sobre todo Dovbyk, obviamente. Él sonrió y le devolvió el cariño sin hacer declaraciones. Luego fue el turno de Soulé de disfrutar del primer golpe de amor de una afición que sueña en grande. El atacante pasará hoy visitas médicas antes de ponerse al servicio de De Rossi y abrazar a su amigo Dybala en Trigoria. Luego las primeras palabras en los canales del club. La Roma le pagará 30 millones (26 más 4 de bonificación) y le hará firmar un contrato de cinco años por valor de 2 millones. Se trata de la segunda inversión más importante de la era Friedkin después de Abraham (pagó 41), la quinta en los 97 años de historia de la Roma.