Road trip por EEUU de un padre introvertido con su apático hijo


Jeroen de Leijer es el padre espiritual del personaje de dibujos animados Eefje Wentelteefje y el verdadero padre de Boris en la vida cotidiana. En A Texas y de regreso Jeroen lleva a Boris en un viaje por carretera a través de los Estados Unidos. Un calvario para el apático Boris, que pasa sus días en la cama haciendo poco más que ver Netflix, jugar y navegar en su teléfono. No por un tiempo, sino por tres años. Su padre se sienta abajo y dibuja todo el día. Es mayo de 2016 cuando comienza la historia.

Se ha intentado todo para recuperar a Boris. Debido a que está en edad escolar, termina en un programa especial. En su manera irónica y comprobada, Jeroen explica cómo se hace esto. Si el programa Back on Track falla en su diseño, recibe una aplicación: “Lamentablemente, no fue posible empoderar a Boris. Saludos del equipo de Back on Track”.

Luego invita a su hijo a ir juntos a Ypres en Bélgica: a los lugares donde alguna vez se peleó la Primera Guerra Mundial. Boris responde a la sorpresa de Jeroen con un aprobado medido. Eso es mucho. Ellos están yendo. Es decir: visitan todo tipo de monumentos, lugares conmemorativos, tiendas de souvenirs y restaurantes. La voz del narrador de Boris luego entra cada vez más en la historia: sus pensamientos y declaraciones mecanografiados contrastan maravillosamente con las características letras grandes y cómicas de Jeroen. De esta manera el lector ve quién está hablando y desde qué perspectiva estamos viendo la situación.

Página de ‘To Texas and back’ de Jeroen y Boris de Leijer.
Escultura Jeroen y Boris de Leijer / De Harmonie
Página de ‘To Texas and Back’.
Escultura Jeroen y Boris de Leijer / De Harmonie

elecciones americanas

Sabe a más, según la experiencia de Jeroen. Ahora Boris puede decirlo. Será Estados Unidos, para vivir allí las elecciones de cerca: Donald Trump contra Hillary Clinton. Se alojan en moteles y visitan lugares turísticos, supermercados y hamburgueserías. Por el camino, Boris resulta tener todo tipo de conocimientos enciclopédicos, por ejemplo, sobre armas de fuego: después de todo, no ha pasado todos esos años en la cama completamente sin rumbo. Su visión de la vida también es diferente a la de su padre, pero rara vez ocurren conversaciones sorprendentes. Principalmente se dejan comprometer en esos momentos.

Los dibujos de este gran libro son maravillosamente despreocupados. Perspectiva, actitud, coches, fondos: De Leijer los elabora tal y como lo conocemos, con grandes cuadrículas, en colores lisos. Así es, obtiene algo artístico de ello.

Esperas que padre e hijo se encuentren en el camino, como antesala de una nueva etapa en sus vidas. Pero Jeroen falla en eso: todo se siente muy torpe. Si hay una pelea, no se resolverá: simplemente la dejan pasar un rato y luego piden perdón.

Debido a que no sabemos qué pretendía realmente Jeroen, el lector se queda con un diario de viaje de dos introvertidos, quienes no logran levantarse. ¿Aburrido? No por gusto, es fascinante ver a dos hombres luchando así sin tener que esforzarse. Proporciona una historia que nos lleva a todas partes, pero no mucho más allá.



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