Por Markus Arndt
Déjalo funcionar. Esto no puede ser un delito penal. Lo decidió un juez del distrito de Lübeck. Y así se emite un juicio con impacto.
De eso se trata: En una cálida tarde de verano de julio del año pasado, un pequeño grupo de amigos se reunió en la playa de Travemünde, un famoso balneario que forma parte de Lübeck. Hubo risas y bebida hasta pasada la medianoche.
Entonces, según un informe de la oficina de orden público, eran exactamente las 0:36 de la mañana, un joven sintió la necesidad. Se alejó 20 metros y hizo sus necesidades en el Mar Báltico.
Al parecer, tres (!) vendedores de multas de tráfico de la ciudad estaban esperando esto.
Esperaron hasta que subieron la cremallera de la bragueta. Entonces: ¡linternas encendidas! ¡Presunto pipí salvaje atrapado! Multa sancionada por 60 euros emitida. “Molestia al público en general” mediante “conducta manifiestamente indebida” según el artículo 118 de la Ley de infracciones administrativas.
El adolescente veía las cosas de otra manera. Por eso acudimos al tribunal de distrito.
Allí conocieron a un juez sabio. Quien pensó muy intensamente en orinar en público.
Falló: ¡absolución!
Con una razón notable:
► No se violó el sentimiento de vergüenza del público. Estaba oscuro.
► La micción social entre los hombres no es infrecuente (¡canalones de orina!).
► Los excursionistas, cazadores y agricultores también tendrían que orinar al aire libre.
► El Mar Báltico estaba cerca. “Así son las cosas aquí en la costa”.
► Y en el agua salobre del Mar Báltico también se excluyen las molestias por olores (¡dilución!).
Finalmente, el juez dijo: “Bajo la inmensidad de los cielos, las personas no tienen menos derechos que los ciervos en el bosque, la liebre en el campo o la foca en el mar Báltico”.
¿Quién se opondría a eso?