“El primo Shafikur es un exorcista”, dice Saddam con cautela, comprobando que no creo que esté loco. “De djins”, susurra Saddam. Para entenderlo bien, me inclino sobre la mesa y casi tiro su lassi, una bebida india de yogur. “La gente llama a Shafikur cuando está poseída por un djin (espíritu indio)”.