Clubbing y Kosen: los indie punks exploran los extremos.
Disparar constantemente es agotador. Y no te estás volviendo más joven. Ni siquiera Mannequin Pussy. La banda de Filadelfia, que ya igualó sus locas tormentas cortas de noise-punk en el álbum PATIENCE de 2019 y le dio 26 minutos decadentes, continúa sus exploraciones de melodías y matices en I GOT HEAVEN.
En “Loud Bark”, la cantante Marisa Dabice se baña en una atmósfera de pintura de guerra de ensueño antes de ponerse en modo grito. En “Nothing Like” o “I Don’t Know You”, su voz brilla con una dulzura asombrosa a través de la bruma del shoegaze/dream pop. Por otro lado, en el otro extremo de la escala, hay golpes extra duros, gritan Dabice y el bajista Colins Regisford en “OK! ¡DE ACUERDO! ¡DE ACUERDO! ¡OK!” y “Of Her” compiten.
Mannequin Pussy es particularmente efectivo cuando, como en la canción principal, crítica para la iglesia, alcanzan el “punto óptimo” entre la ira y el sentido de la melodía. “Soy rencoroso como un dios / Busco venganza como los demás / Por lo que te hicieron / Nunca descansaré”, se queja Dabice. Sin frenesí ciego, sin caricias. Sólo un maldito anuncio.
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