Pop post-género, porque todos los géneros están ahí. Pero el revuelo que rodea a las británicas está muy justificado.
Por fin una banda de la que se habla desde hace meses sin escucharse más que unas pocas canciones. ¡Roca barroca! ¡Exaltado! ¡Como bailar Siouxsie en Downtown Abbey! Con cada sencillo sucesivo, había cada vez más indicios de que había algo en el revuelo. Así que ahora el álbum. Los cuatro individuales están ahí, pero más bien atrás. Al principio, The Last Dinner Party usa el formato de álbum. Ofrecen temas largos y retumbantes, y con “Gjuha” presentan un interludio sagrado que recuerda a los góticos medievales Miranda Sex Garden.
La brillante “Feminine Urge” recuerda musicalmente a Suede, pero líricamente se refiere a la expresión de las redes sociales que usan las mujeres para presentar lo que significa ser mujer. En “Portrait” la banda combina la música americana con el art pop de Joanna Newsom. Apuesto a que Taylor Swift está escuchando muy atentamente aquí. De todos modos, PRELUDE TO EXSTASY es eclecticismo en el mejor sentido: ABBA y Fleetwood Mac, moderno y Britpop, gótico y glamuroso: todo está ahí, pero tal como lo quiere The Last Dinner Party.