Su mayor éxito se llamó “Girl You Know It’s True”. Pero lo que significa la verdad en contraste con su opuesto, la falsificación, la mentira, la mentira, tal vez simplemente no tomar la verdad tan en serio porque nos gusta la verdad, tal vez -no-tuya-pero-al menos-nuestra-: Ésa es la pregunta en toda la existencia humana y en todo caso en el arte y especialmente en la música pop, y esa fue también la pregunta que este dúo volvió a plantear a finales de los años 80, quizás por última vez, al menos en el recinto pop.
Hoy en día es difícil entender el revuelo que generó el escándalo que Milli Vanilli causó en aquel entonces cuando se supo que ellas mismas no habían cantado sus exitosas canciones mitad hip-hop, mitad R’n’B, sino que Sólo las habían cantado mientras figuras escénicas guapas y ágiles movían sus labios al son de la música que su productor Frank Farian había grabado con competentes músicos de sesión en su estudio de Rosbach vor der Höhe, cerca de Frankfurt. En realidad, eso ya estaba claro entonces, porque la creación más exitosa de Frank Farian hasta la fecha, Boney M., en los años 70 también estaba formada por personajes escénicos que se movían con la música creada por él y sus músicos de sesión. Pero de alguna manera el viejo dicho “Una vez que mientes, no te creerán…” no se aplicaba a él.
O al menos la gente creía en Fab Morvan y Rob Pilatus, los dos guapos y ágiles bailarines de escenario que Farian eligió en 1988 para la música que produjo. Al menos a ellos dos se les permitió opinar sobre el nombre de la banda; se llamaron Milli Vanilli porque les gustaba mucho Scritti Politti y sonaba muy similar, y el asistente de Frank Farian en ese momento también usaba el apodo de Vanilli. Con “Girl You Know It’s True”, los dos oficiales, que hasta entonces habían luchado sin rumbo por alcanzar la fama, iniciaron inmediatamente una carrera internacional, los discos se vendieron como pan caliente, se fueron a Los Ángeles y se arriesgaron allí a tener una gran fama, “ “Nuestra contribución a la historia de la música es más grande que los Beatles”, dijeron en una entrevista, y según John Lennon, los Beatles ya eran más grandes que Jesucristo y todos los demás que creían que traían la verdad a la humanidad.
¿Qué más podría venir después de eso? Por ejemplo, quiebra total. La megalomanía, la terquedad por todos lados y otros imponderables hicieron que Rob y Fab quisieran absolutamente ir de gira cantando en Estados Unidos. Luego quedaron expuestos y las cosas fueron cuesta abajo bastante rápidamente.
¿Podemos aprender algo de esta historia para nuestro presente, en el que la verdad ya no juega un papel? Simon Verhoeven ha rodado ahora una película sobre el caso Milli Vanilli que, por un lado, plantea esta cuestión cambiando constantemente entre los niveles de realidad y falsedad, pero, por otro, no sabe responderla y, en tercer lugar, merece la pena verla, porque Matthias Schweighöfer interpreta a Frank Farian y concilia de manera fantástica los papeles del imbécil productor cínico y mentiroso con el del nerd, que está totalmente inmerso en la música y enamorado de cada muestra, de cada sonido de bombo, hasta el punto de que no puedes dejar de abrazarlo. Quiero decirle: Puede que seas un mentiroso, pero eres de esos que hoy extrañamos muchísimo.