Quieren elaborar la menor cantidad posible de cerveza trapense y obtener beneficios. Pero la fortuna de los padres de Westvleteren ya te da vueltas la cabeza.

“Preparamos cerveza para vivir. No vivimos para elaborar cerveza”. Esto lo subrayaron una vez más los monjes de la mundialmente famosa cervecería trapense de Westvleteren a principios de esta semana cuando presentaron al nuevo director general externo de su cervecería. Con el Avemaría “sobre todo, no sacar mucho provecho”. Pero en realidad ni siquiera eso ya es necesario. Detrás de los gruesos muros de la abadía, según las cuentas anuales, aguarda una fortuna que hace que cada uno de los diecinueve hermanos restantes sea casi millonario sobre el papel. Si no fuera por el hecho de que renuncian a cualquier forma de riqueza material.



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