¿Quién es ese líder sindical blindado que sigue perturbando el tráfico ferroviario en Alemania?


Claus Weselsky, líder de la Gewerkschaft Deutscher Lokomotivführer (GDL).Imagen Emile Ducke para de Volkskrant

¿Acción colectiva o chantaje? A Claus Weselsky le hacen esta pregunta en un programa de entrevistas alemán, en un momento en que las huelgas del sindicato de maquinistas Gewerkschaft Deutscher Lokomotivführer (GDL) causaron un gran caos en los ferrocarriles alemanes en 2014. Weselsky responde y saca una versión en miniatura de la Constitución de su bolsillo. El artículo 9, apartado 3, ahí está: su GDL sólo utiliza el derecho «a asegurar y mejorar las condiciones laborales y económicas».

Weselsky no duda en utilizar artillería pesada. En el actual conflicto colectivo de trabajo con la empresa ferroviaria nacional Deutsche Bahn, los conductores dejarán de trabajar durante seis días. La huelga comenzó el miércoles y se prolongará hasta el lunes. Nunca antes en los treinta años de historia de Deutsche Bahn había habido una huelga durante tanto tiempo.

Los conductores exigen, entre otras cosas, un aumento salarial de 555 euros al mes (un aumento de aproximadamente el 18 por ciento respecto al salario inicial) y una reducción de la semana laboral de 38 a 35 horas. Los operadores trabajan muchas horas, afirma Weselsky. Si Deutsche Bahn continúa a este ritmo, nadie querrá convertirse en maquinista.

Doble posición de perdedor

Tan sorprendente como la duración de la huelga es que es la «pequeña» GDL la que ahora está paralizando el tráfico ferroviario alemán. Aunque el GDL representa aproximadamente el 80 por ciento de los conductores de Deutsche Bahn, su número total de afiliados, de aproximadamente 40.000, palidece en comparación con el del sindicato ferroviario Eisenbahn- und Verkehrsgewerkschaft (EVG), que cuenta con más de 185.000 miembros. La EVG representa a todo el personal ferroviario, desde los conductores hasta los coordinadores de logística, y por ello tiene una posición fuerte en la mesa de negociaciones con Deutsche Bahn.

Sin embargo, según Weselsky, la EVG está en el bolsillo de Deutsche Bahn. Ya acordaron un nuevo convenio colectivo en agosto del año pasado. Weselsky ya no necesita contar con la solidaridad del EVG. El capataz de EVG ha dicho que sus conductores seguirán conduciendo. Para Weselsky, la huelga es también una forma de demostrar que la GDL, a diferencia de la ‘mansa’ EVG, está dispuesta a llegar a extremos para sus empleados y así aumentar su número de afiliados en comparación con la EVG.

Debido a la aparente doble posición de desvalido de Claus Weselsky y «su» GDL, rápidamente surge una clásica analogía entre David y Goliat: el líder de un pequeño sindicato que se enfrenta a la poderosa compañía ferroviaria alemana del pasado, y también a la gran EVG. tiene que atreverse.

Intransigencia

Sólo que Weselsky, de 64 años, ya no es tan pequeño. Ha ocupado el cargo de director general de GDL desde 2008, del que se convirtió en miembro en 1990. Nacido en una familia de clase trabajadora en Dresde antes de la caída del Muro, comenzó su carrera como mecánico de vehículos ferroviarios. Más tarde se convirtió en maquinista de locomotoras, aunque a Weselsky inicialmente solo se le permitía conducir locomotoras de maniobras porque no era miembro del partido comunista gobernante en Alemania del Este. Después de la reunificación alemana, fue ascendiendo constantemente dentro del GDL. Condujo su último tren en 1992.

No es la primera vez que Weselsky perturba el tráfico ferroviario del país. También luchó contra Deutsche Bahn con huelgas a gran escala en 2011, 2014 y 2015. No le molestó provocar la ira de los viajeros alemanes. “Se trata del movimiento sindical”, gritó a sus seguidores durante la huelga de 2015. “Somos los únicos que defendemos las conquistas de los trabajadores”.

Sin embargo, los medios alemanes también retratan a Weselsky como alguien hambriento de poder y poco dispuesto a hacer concesiones. Estas críticas no sólo provienen de los sectores habituales de los empresarios, sino también de sus propias filas. Mientras que, según su predecesor en la GDL, Manfred Schell, es «celebrado como un luchador por el hombre pequeño», Weselsky sólo se preocuparía por sí mismo, «siempre». Weselsky expulsó a Schell del GDL en 2015, aparentemente debido a contribuciones atrasadas, pero Schell también había rechazado públicamente a Weselsky debido a su estilo autoritario de liderazgo.

El propio Weselsky lo llamará dureza lo que le ha granjeado el cariño de sus seguidores: en 2014 firmaron su nombre en la versión berlinesa del Paseo de la Fama de Hollywood.

‘Luché cansado’

Cuando lo contó el periódico alemán en 2014 El tiempo Cuando se le pregunta sobre su gran ejemplo, menciona a Martín Lutero, impulsor de la Reforma en el siglo XVI. “¿Porque dividió la iglesia como usted divide la compañía ferroviaria?”, pregunta el entrevistador. “Por su firmeza”, responde Weselsky.

También en el actual conflicto con Deutsche Bahn, Weselsky debe volver a armarse contra las críticas de que actúa de forma irrazonable y no está dispuesto a negociar. Deutsche Bahn calificó las acciones de Weselsky de «absolutamente irresponsables». La compañía ferroviaria afirma que más de 7 millones de personas utilizan el tren cada día. Un economista del Commerzbank alemán estimó el coste de la huelga en al menos 30 millones de euros al día.

Ya no molestará al asediado líder sindical. Una vez más quiere demostrar de lo que son capaces los conductores con esta huelga. Luego se retira, exhausto. «Si vives así, la vela se apaga más rápido».

3x Weselsky

Cuando un tabloide publicó el número de teléfono móvil de Weselsky durante la huelga de 2014, éste envió su número al del entonces jefe de Deutsche Bahn, Rüdiger Grube. “Eso estuvo bien, funcionó”, dice riendo, en 2024.

En su desprecio por el sindicato rival EVG, Weselsky también se pasa de la raya. Describió el proceso de fusión del que surgió EVG como «personas enfermas que comparten cama» y producen «algo discapacitado».

Una caricatura en la que el presidente estadounidense, Joe Biden, habla con el jefe de Estado chino, Xi Jinping, sobre Weselsky como el perro más duro con el que ninguno de los dos debería meterse, le atrae tanto que se la compra al caricaturista por unos 200 euros.



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