Probablemente no se lo esperaba, pero al menos así lo esperaba. Hace unos días don Maurizio Patriciello, párroco anticlan de Caivano (Nápoles), escribió a la primera ministra Giorgia Meloni para invitarla al Parque Verde, el lugar “abandonado por el Estado” donde dos primas pequeñas fueron violadas 11 y 12 años. Y el Primer Ministro aceptó la invitación. Será el jueves en Parque Verde (lo anunció el propio sacerdote en declaraciones a los periodistas), un barrio nacido después del terremoto de 1980, construido con la ley 219/81, y poblado por víctimas del terremoto y personas sin hogar procedentes de varias partes de la provincia.
En primera línea contra la Camorra
Don Maurizio lleva años al frente de la lucha contra el crimen organizado. Y es la voz y la conciencia de quienes luchan contra la Camorra. La violación nació en un contexto de fuerte degradación. Con abusos seguidos de amenazas y chantajes, utilizando archivos de vídeo y mensajes contenidos en los teléfonos inteligentes de los implicados en el atroz asunto. A todo esto se sumó la orden de silencio, emitida por los jefes de los clanes de la zona, los encargados de las plazas de narcotráfico del Parque Verde. Un velo de silencio se ha extendido sobre el barrio. Entre las pocas voces que se alzan para pedir redención y unidad, la de Don Patriciello. Los agentes de escolta nunca lo pierden de vista: “Si no fuera por este hombre – dice, señalando la foto del capitán Antonio Cavallo, al frente del comando de los carabinieri locales – aquí no tendríamos más esperanzas”. Pero ahora admite estar “preocupado” por su seguridad y “la de mi escolta”.
Conversión tardía
¿Pero quién es este sacerdote “incómodo”? Don Maurizio Patriciello nació en Frattaminore, provincia de Nápoles, en 1955. Paramédico escrupuloso, trabajaba a 100 metros de su casa. Luego, en 2013, la “conversión”. Le había intrigado un viaje en coche hasta un sacerdote franciscano, uno de esos que hacen autostop descalzos por obediencia a la pobreza. Sólo él, alejado de la Iglesia desde hace algún tiempo. Finalmente, Patriciello, a los 30 años, se matriculó en teología y luego se convirtió en sacerdote.
La misión en los suburbios
El obispo lo envía al Parque Verde de Caivano, en la zona de Nápoles, donde hay 13 plazas de tráfico de drogas para un negocio de 100 millones de euros al año. Desde entonces está al frente de la lucha para proteger el territorio contaminado por vertederos industriales contaminantes y radiactivos, los llamados tierra de fuegos.
La lucha por la recuperación del País de los Fuegos
Una noche de verano de 2012, casi por casualidad, irrumpe en la escena nacional y consigue lo que todos han fracasado: “centralizar” la periferia y proyectar el “Tierra de los Fuegos” en un escenario que ya no es sólo local. Esa noche el padre Patriciello se despierta porque le falta aire. Un hedor infernal ha invadido su casa. ¿Puedes vivir así? La respuesta es no. Y por eso empieza a publicar llamamientos en “Facebook” para escribir en Avvenire, para llamar a las puertas de los alcaldes y de los prefectos. Se reúne con el presidente Napolitano, llega hasta el Papa y saca a las calles a más de 100.000 personas. También gracias a su compromiso le debemos un decreto ley dedicado al País de los Fuegos. ¿Por qué él y no otros? El padre Patriciello tiene cierta edad pero sabe utilizar las redes sociales. Dice misa y convoca manifestaciones. Y no tiene miedo de discutir incluso con los industriales si es necesario.