¿Qué tan ecológico es el Pacto Verde agrícola?


En los últimos meses, el debate de la UE sobre el impacto ambiental de la agricultura y sobre el acuerdo verde para el sector ha recibido algunas sacudidas. Por un lado, el freno de Estrasburgo a la reducción del 50% de los pesticidas hasta 2030 propuesta por la Comisión de la UE -medida considerada poco realista e ideológica por el mundo agrícola-, por el otro, la falta de acuerdo sobre la luz verde para el té, las plantas obtenidos con nuevas técnicas de evolución asistida, consideradas por investigadores y empresas esenciales para afrontar el desafío climático y asegurar rendimientos y productividad, utilizando menos insumos como agua, fertilizantes y agroquímicos.

Las medidas políticas aún no se han descifrado para los 27, mientras que la última controvertida conferencia climática de la ONU, la COP 28, que acaba de celebrarse en Dubai, ha establecido en blanco y negro que la agricultura debe cambiar para resistir y combatir el calentamiento global. En primer lugar, la ganadería, un sector que lleva mucho tiempo bajo la lupa por su impacto ambiental pero que según la FAO puede convertirse en parte de la solución.

Hablamos de ello en el episodio de “Madre Tierra, agricultura en podcast”. Piecristiano Brazzale, presidente de la Federación Internacional de la Leche, el organismo mundial más importante del sector, al que pertenecen todos los actores de la cadena de suministro de más de 60 países, hizo balance. “Durante la última COP 28 en Dubai, se presentó un nuevo informe de la FAO, “Caminos hacia una reducción de emisiones”, que subraya – explica Brazzale – que es imperativo activar caminos para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero de los sistemas ganaderos globales, sin embargo, en el “Frente a una población mundial en crecimiento y un aumento estimado del 20% en la demanda de proteínas de origen animal”.

¿Cómo podemos aumentar la producción de alimentos para el ganado, como carne, leche y huevos, y al mismo tiempo reducir las emisiones? El enigma es sólo aparente y, sobre todo, para resolverlo hay que utilizar las métricas adecuadas, actualizadas sobre la función de secuestro de carbono que realizan los cultivos forrajeros y sobre el poder real de alteración del clima del metano, que también está en revisión.

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“Mientras tanto, el informe de la FAO revisa a la baja – continúa Brazzale – los cálculos sobre las emisiones procedentes de la ganadería, que representan el 12% del total y no el 14,5% como se decía anteriormente. Y recuerdo que el total de la agricultura es el 24%. Pero también demuestra que con programas ambiciosos e innovadores se puede reducir la curva de emisiones ganaderas en un escenario de aumento de la producción”. Buenas prácticas que se refieren principalmente a la salud animal, la agricultura de precisión, la reducción del desperdicio de alimentos y las emisiones de gases de efecto invernadero. “Recordando – concluye Brazzale – que las emisiones procedentes de la ganadería son biogénicas, es decir, no liberan nuevo CO2 a la atmósfera. De hecho, son emisiones que forman parte de un ciclo cerrado del carbono, que recicla y renueva los recursos naturales y no los explota ni los agota”.



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