La percepción clara del problema.
¿La mayor dificultad? “A menudo, los adolescentes simplemente necesitan nombrar cosas, como en el caso de la violencia psicológica, más difícil de identificar para los muy jóvenes porque es más sutil: cuando los problemas se reconocen por lo que son, es más fácil afrontarlos”, continúa la experta.
«Con Stand Up aclaramos, por ejemplo, qué es el acoso y qué provoca en quien lo sufre, formamos herramientas para reaccionar también como testigos, con seguridad. Las chicas cuentan sus experiencias y las reacciones de los demás, a menudo decepcionantes, especialmente cuando intentan minimizar lo sucedido. Frases como: “a mí también me pasó, me pasa”, continúa Obber, “inducen a la resignación y despiertan la ira”..
Los principales temores de las mujeres jóvenes son los mismos que los de las mujeres adultas, como el de volver sola a casa por la noche. “La conciencia de lo difícil que es que una denuncia por acoso tenga éxito también es muy fuerte, hay poca confianza en las instituciones y eso confirma la necesidad de una ley que se refiera claramente al acoso en la vía pública”. El delito de “acoso”, Por supuesto, está previsto en el artículo 660 del Código Penal, refiriéndose a “motivos reprochables” y “perturbaciones” en lugares públicos. La ley, sin embargo, deja espacio a la interpretación porque más que la dignidad de la víctima parece interesarse por razones de orden público. Sucede, por tanto, que las conductas inapropiadas, aunque sean denunciadas, pasan por bravuconería y aprecio.
Los machos preguntan cómo intervenir en defensa de las niñas
Lo más difícil de ser acosado es reaccionar. “No siempre es posible tener la
Es una obligación hacerlo porque ciertas experiencias pueden ser paralizantes. Además, las niñas deben saber que tienen derecho a denunciar, que no es su culpa, independientemente de la vestimenta o la cantidad de alcohol.
ficticio. A menudo los machos preguntan cómo intervenir en defensa de las víctimas, para no molestarlas más y hay que asegurarles que están autorizados para hacerlo. Esta atención muestra que hay cuidado, sensibilidad al malestar del otro, una nueva alianza entre géneros. Al fin y al cabo los años veinte siempre han hecho revoluciones, los adultos tenemos la tarea de echar una mano»Concluye Cristina Obber.
Cursos también para los que trabajan
«Estamos asistiendo a una gran conciencia pública, que está llevando a los Estados a comprometerse y promulgar leyes específicas, como el n. 4 de 2021 sobre acoso laboral”, explica Marina Calloni, Profesor de Filosofía Política y Social en la Universidad de Milán Bicocca. La demanda de formación también es muy elevada entre los profesionales pertenecientes a diferentes sectores, desde los cuerpos y fuerzas de seguridad (para los que la ley 69/2019, denominada Código Rojo, exige expresamente la formación) hasta el profesorado, que cada vez más entra en contacto con víctimas de abuso y cuestionar el curso de acción adecuado.
“La UniversidadMe gusta esto, se ha convertido en un hub para recopilar y desarrollar conocimientos que no poseía hasta hace unos años” continúa el docente, responsable del curso de formación inter e intraprofesional Bola para prevenir y combatir la violencia de género, destinado a trabajadores sociales y director del curso de especialización Violencia contra mujeres y menores: conocer y combatir el fenómeno (información: unimib.it). «Son cursos interdisciplinarios, basados en un método de enseñanza multinivel, integrado y comprensivo. Los profesionales aprenden a relacionarse con las víctimas, pero también a tratarse entre ellos, fortaleciendo sus habilidades y adquiriendo otras nuevas».
Centrarse en la igualdad de género
La Universidad La Sapienza de Roma propone Culturas contra la violencia de género: un abordaje transdisciplinar, abierto a cualquier persona que tenga un diploma de escuela secundaria y quiera profundizar en el tema, e Políticas y herramientas para la igualdad de género, curso de formación avanzada dirigido a personas con al menos una titulación de tres años (uniroma1.it). “Responden a la necesidad de desmontar estereotipos y educar a una sociedad que quiere mejorar”, explica el catedrático Giovanna Gianturco, director de los dos cursos. “Prevenir los delitos, sancionar a los culpables y proteger a las víctimas son objetivos de gran interés. Así como la atención a un lenguaje inclusivo y respetuoso de la diversidad, no siempre fácil de identificar. También se agradecen mucho las referencias al marco normativo, tanto nacional como europeo: de ahí la necesidad de un abordaje que involucre a diferentes Facultades”.
Gianturco también es presidente de una maestría de dos años: Planificación social para la sostenibilidad, la innovación y la inclusión de géneroque pertenece a la facultad de ciencias políticas, sociología, comunicación. “El curso responde a las necesidades de un mercado laboral cada vez más atento a adherirse a criterios de igualdad de género, en los sectores público y privado. Las empresas quieren estar bien posicionadas, y formar profesionales especializados capaces de trabajar en este campo es decisivo».