El acelerado desarrollo de los nuevos medios en la segunda mitad del siglo XX también trajo consigo el auge de los estudios sobre los medios. Durante un tiempo, teóricos como Marshall McLuhan y Friedrich Kittler aparecieron como profetas de un continente intelectual desconocido pero también peligroso. Walter Benjamin y el concepto de aura volvieron a la discusión. Y entre todos los acalorados debates, las ideas de Neil Postman echaron raíces.
El crítico cultural y científico de los medios, en realidad profesor de ecología de los medios en la Universidad de Nueva York, escribió una serie de libros que se hicieron muy conocidos entre un público que normalmente evita los temas académicos. Así como se generalizó el eslogan (siempre un tanto incomprendido) de Marshall McLuhan “El medio es el mensaje”, Postman logró crear una palabra familiar con el título de su libro “Nos divertimos hasta la muerte”.
El predominio del entretenimiento socava la toma de decisiones políticas
El escaso volumen de 1985 se caracteriza por un “aplanamiento” de la programación televisiva del que ya se hablaba a finales de los años 1970, especialmente en Estados Unidos. A Postman no sólo le preocupa que productos baratos producidos en masa, desde telenovelas hasta estridentes programas de entrevistas, abarroten las franjas horarias de los más alegres -un debate que todavía continúa en las secciones de largometrajes alemanes-, sino también que la influencia de la televisión y otros medios influyen en el pensamiento influye decisivamente en las personas y también tiene graves efectos en la cultura política.
El teórico afirma que la nueva cultura mediática está haciendo que la gente sea menos capaz de analizar en profundidad cuestiones complejas y de mantener debates serios. En cambio, buscan constantemente entretenimiento, que a menudo es superficial y fácil de digerir. Como los productores de medios también lo saben, alinean sus formatos en consecuencia.
Postman advierte que esta fijación por el entretenimiento y los estímulos visuales lleva a que se descuiden problemas sociales o se privilegien ciertos temas por su atractivo para los medios visuales o su conectividad narrativa, mientras que otros se descuiden por su complejidad y dificultad para representarlos. Los problemas graves se trivializan en lugar de tratarse adecuadamente. Esto, dice Postman, puede conducir a una especie de distracción cultural, dejando a las personas atrapadas en un mundo de información y entretenimiento de placer superficial en lugar de involucrarse con los desafíos y preguntas más profundos de su tiempo.
Orwell contra Huxley
El punto de partida de la tesis de Neil Postman de que nos estamos divirtiendo hasta la muerte es la cuestión de qué distopía social en la literatura moderna ha demostrado ser más válida: “1984” de Orwell (¡es decir, el año en que el autor escribió su libro!) o “1984” de Huxley. “Hermoso mundo nuevo”. El teórico de los medios está seguro en su trabajo: ¡Huxley tenía razón! Postman destaca que en su libro el escritor presenta la idea de que en una sociedad futura las personas podrán ser controladas absolutamente mediante el entretenimiento y la distracción. En este mundo, la gente consume drogas constantemente y se distrae con placeres para suprimir su capacidad de pensar críticamente.
La televisión de la década de 1980, así como la tendencia hacia reportajes más estridentes en revistas y radio, dieron a Postman la impresión de ser una droga. La pérdida de la capacidad de criticar es entonces, por así decirlo, el sacrificio que hacen las personas para no tener que afrontar la miseria que las rodea. Desde una perspectiva de política de poder y medios de comunicación, la cuestión es que no tiene que haber una violencia tiránica y omnisciente, como en Gran Hermano de “1984”, para dominar a la gente. Al contrario: así sedado por los medios de comunicación, la gente se controla a sí misma. Por supuesto, Postman no hablaba de biopolítica, aunque Michel Foucault introdujo el término en los años 70, sino de las técnicas de educación que hoy se conocen como autooptimización. de mala conciencia ya se puede escuchar aquí.
Es obvio que la relevancia del debate no disminuirá con la emergente era de Internet y la era del streaming y la IA que ahora ha comenzado. El mundo que Postman describió en su libro estaba todavía muy lejos de la época de falta de concentración que hoy lleva a la gente a descargar aplicaciones en sus teléfonos inteligentes para poder utilizarlas con menos frecuencia.
La mecanización como destino de la humanidad
Los peligros de la sociedad de la información, en la que ya no importa lo que se dice (porque la información teóricamente tiene el mismo valor que los hechos, pero puede tener más impacto debido al atractivo mediático), se convirtió en el tema de su vida para Postman. Le horrorizaba la superficialidad y banalización de las noticias y del conocimiento. Abogó por limitar el poder de los productores de televisión. No quería prever que décadas más tarde algunas grandes empresas de medios albergarían archivos completos de contenidos y que portales como Netflix servirían de base para su propio consumo de medios durante toda una generación.
Incluso antes del milenio, Postman predijo que dominar el desarrollo tecnológico determinaría el destino de la humanidad en el futuro. En su libro “Technopoly” de 1992, el teórico sostiene que el dominio de la tecnología llevaría a que se la viera como la solución a todos los problemas. Por tanto, ningún problema social es demasiado complicado como para no poder resolverse con una solución sencilla (es decir, con una aplicación, con satélites en el espacio, con energía eólica y vehículos eléctricos, etc.).
Para evitar que se establecieran lo que consideraba ideas dementes sobre la supuestamente fácil controlabilidad de la vida humana y la ubicuidad del entretenimiento impotente, Postman enfatizó la importancia de la educación crítica sobre los medios para ayudar a las personas a comprender los efectos de los medios en sus pensamientos y acciones entienden. El científico argumentó que es necesario reconsiderar la educación a la luz de los cambios tecnológicos en la sociedad para crear agencia. Postman estaba seguro de que el avance de la tecnología limitaría en muy poco tiempo las posibilidades de reformar el sistema educativo hasta tal punto que ya no sería posible formar personas capaces de afrontar el lado oscuro de los tentadores aparatos y zonas de juego.