Putters, residente del pólder, se enfrenta a la difícil tarea de eliminar la polarización de la formación.

Apenas hay conversaciones o discusiones de fondo sobre la forma: la política no se hace ningún favor por el momento.

Remco Meijer

Una vez más, un miembro destacado del PvdA podría intentar hacerse un hueco en la formación del gabinete. Tras fracasar el intento del ex ministro Ronald Plasterk, ahora le toca el turno al ex senador Kim Putters. Como presidente del Consejo Económico Social y ex director de la Oficina de Planificación Social y Cultural, es un excelente representante de la cultura de consulta nacional.

Es sorprendente que el ganador de las elecciones, Geert Wilders, se centrara específicamente en él. El líder del PVV, que dice creer en «el conflicto como modelo de progreso», elige a un residente del pólder para hacer otra gira por todos los partidos y escuchar cómo cuelgan la bandera. Esto ilustra la falta de personas calificadas en nuestro propio círculo PVV.

La posición del periódico se expresa en el comentario Volkskrant. Es el resultado de una discusión entre los comentaristas y el editor jefe.

GroenLinks-PvdA no apoyó precisamente la moción de Wilders en la que se nombraba a su colega de partido Putters como nuevo informante, ya que los miembros de su partido se habían pronunciado anteriormente en contra del nombramiento de Plasterk. Esto ilustra las relaciones polarizadas en las que tiene lugar esta formación. Los partidos en el poder (PVV, VVD, NSC y BBB) no son muy amables entre sí, los demás miran con sospecha si –y cómo– se puede romper el impasse político en estos tiempos de endurecimiento.

Plasterk sigue siendo optimista al respecto, pero el debate del miércoles sobre su informe no dio muchas razones para ello. El VVD ha dado «un paso adelante» y quiere hacer posible la idea de Pieter Omtzigt de crear un gabinete extraparlamentario, si el propio Omtzigt participa. Pero el líder del NSC no quiere aclarar esto de antemano. Una variante podría ser que PVV, VVD y BBB acuerden un gabinete minoritario, pero aún así no está claro qué hará Omtzigt.

Putters tiene ahora cuatro semanas para convertir su papel de conector en una recomendación concreta. Esto es desesperadamente necesario para la confianza de los ciudadanos en la política, porque las formaciones largas de gabinetes son fatales. Especialmente si la conversación trata principalmente sobre la forma, más que sobre el contenido.

Es vergonzoso que Putters tenga que investigar ahora qué entienden realmente los partidos por gabinete extraparlamentario. Partiendo de conversaciones con el vicepresidente del Consejo de Estado, Thom de Graaf, y con el informante múltiple Herman Tjeenk Willink, Putters opta temporalmente por la vía clásica en una formación de gabinete cuyo día 85 ya ha llegado.



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