Unos 50.000 jóvenes en Flandes padecen diabetes tipo 1. En situaciones de crisis, necesitan una jeringa de insulina, pero no todo el mundo puede administrarla. Por ley, solo los médicos o las enfermeras pueden ‘perforar la piel’. Si los maestros, los cuidadores de niños o los líderes de movimientos juveniles asumen la tarea, en teoría corren el riesgo de ser procesados.
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