Un techo en el precio del gas que se importará a Europa. Este es el punto fuerte del paquete económico del próximo Consejo de Bruselas, discutido por los primeros ministros del antiguo “Club Med” -Italia, España, Portugal y Grecia- en una alianza táctica nunca antes vista. Así, desde que los sherpas comienzan a negociar con compañeros de los países nórdicos para intentar llegar a un acuerdo antes de la celebración de la cumbre, hay quien recuerda cómo el primer calmante real de la historia al final no funcionó. Era el 301 d.C., año en el que el emperador Diocleciano lanzó el Edicto de precios máximos, con el que pretendía imponer un techo máximo a todos los bienes, en un intento de contrarrestar la inflación provocada por la “crisis del siglo III”.
La premisa era la devaluación de las monedas romanas por cuestiones fuera de control
¿Qué había pasado (se estudia desde la escuela primaria, en Italia)? En los años comprendidos entre el 235 y el 284 d. C. se produjeron muchos acontecimientos, en conjunto: aumento de la presión de los bárbaros, secesiones, desórdenes y una crisis interna general. Desde un punto de vista estrictamente económico debido a la considerable devaluación de las monedas romanas como consecuencia de las emisiones descontroladas realizadas por los numerosos emperadores y usurpadores en las décadas anteriores para sobornar a soldados y funcionarios – el Edicto puso un límite a los precios de todos los productos comercializables en el Imperio Romano.
El Edicto finalmente condujo a la parálisis de la economía del Imperio.
El objetivo no era “congelar” los precios, sino marcar sus “máximos”, o precios máximos de mercado, más allá de los cuales no se podían vender ciertos bienes. Estos incluían varios productos básicos para alimentos, ropa, costos de transporte para viajes por mar y salarios semanales. Sin embargo, el Edicto no resolvió los problemas, ya que la masa total de monedas acuñadas siguió aumentando, junto con la inflación, y los precios máximos establecidos resultaron demasiado bajos. Los comerciantes dejaban de producir las mercancías o las vendían ilegalmente en el mercado negro (que proliferaba en aquellos años) o bien recurrían al trueque. El edicto, como resultado, provocó el cese de los negocios y el comercio. Por tanto, se produjo una verdadera “parálisis” de la economía en el Imperio.
El techo al precio del pan en Milán y la ineptitud del canciller Ferrer
Varios años después, se narra otro episodio, también estudiado en la escuela, en Promessi Sposi, que tiene a Renzo Tramaglino como protagonista. Pues bien, el personaje que aparece es el Gran Canciller español Antonio Ferrer, que existió realmente, que tuvo que hacer frente a la famosa revuelta por el pan, que estalló en Milán el 11 de noviembre de 1628. La revuelta se desata precisamente por su decisión: imponer un calmiere, o techo máximo en el precio del pan, que sin embargo no tiene en cuenta en absoluto las leyes del mercado y provoca una caída forzada de los precios. Esta decisión tiene ante todo una consecuencia a nivel popular: la gente se está preparando para comprar pan barato. Pero plantea la (evidente) hostilidad de los panaderos, que ante el declive protestan por las excesivas pérdidas económicas y piden a la canciller que revoque su decisión. Ferrer se niega y deja la tarea de hacerlo a otros (¿un comité técnico?), y Manzoni utiliza esta figura para representar bien la ineptitud de los políticos en los momentos más delicados.