¿Has leído la última novela de Paolo Cognetti? Y el ampliamente aclamado Un fantasma en la garganta por Doireann Ni Ghriofa? Lo sabías Patrimonio del ‘prodigio’ francés Miguel Bonnefoy? Los libros están en la larga lista del Premio Europeo de Literatura, que se otorgará por duodécima vez este año.
Desde el viernes 29 de abril, trece nominados viajarán por el país durante un mes para hablar sobre su trabajo, desde Leeuwarden a Groningen, Amsterdam y Rotterdam. ¿Los escritores? No, sus traductores, porque ellos también son premiados. Después de todo, ellos determinan cómo suenan Cognetti, Ní Ghríofa y Bonnefoy en holandés. El veredicto del jurado, presidido por Manon Uphoff, se basa en parte en sus elecciones de palabras y sus hallazgos lingüísticos.
Pero, ¿sabrías también sus nombres?
Puedo imaginar que no y eso no es sorprendente. Los traductores son prácticamente invisibles para los lectores. En las reseñas, la atención a su trabajo no es evidente. Rara vez ocupan un lugar central en los eventos literarios, excepto durante la Tour de la felicidad del traductor En Mayo. Y su nombre a menudo ni siquiera está en la portada.
Los traductores Martin de Haan y Annemart Pilon quieren acabar con esto último. Recientemente iniciaron la petición. ‘Traductores en la portada’en el que piden a los editores que, bueno, el título lo dice todo, De Arbeiderspers lo hace, al igual que Oevers y Lebowski, por ejemplo, pero no todos.
¿Por qué es tan importante que los traductores sean visibles? La traducción es una profesión de servicio, ¿no? ¿No es la invisibilidad solo una aspiración?
“Los traductores juegan un papel crucial en el comercio de libros, pero reciben poco reconocimiento por eso”, dice Pilon. ‘El trabajo se tiene en baja estima y todavía se paga mal; 7 centavos por palabra es ahora la tarifa mínima. Por supuesto que no resolverás esos problemas con un nombre en la portada, pero creo que tiene un gran valor simbólico. De acuerdo con la Ley de derechos de autor, somos coautores de nuestras traducciones, pero los lectores rara vez piensan en ello.’
Es una pena, y no solo para los propios traductores. Cualquier lector de literatura extranjera sabe que una traducción mediocre puede estropear el placer de la lectura, y viceversa. Por eso también es importante poner traductores en la portada: para que usted, como lector, sepa inmediatamente cuál es su posición. Sabes que está bien con los traductores de Cognetti Yond Boeke y Patty Krone, como con Caroline Meijer (Ní Ghríofa) y Liesbeth van Nes (Bonnefoy). Sus nombres son un sello de identidad, una garantía de calidad.
Así que firma esa petición. Y recuerda esos nombres.