Ahí está, en la esquina derecha. Con la espalda recta, bolso en mano y vista al infinito. ¡Como un maniquí real! Bueno, no del todo. Pero el plan de este astuto ladrón funcionó: haciéndose pasar por un maniquí, logró pasar desapercibido en un centro comercial de Varsovia, la capital polaca, y pudo actuar. ¿Qué finalmente lo mató? Su estómago hambriento.
ttn-es-3