Soy juez penal y hoy tuve una audiencia. Un abogado entró en la sala a las 12 horas para escuchar su caso. Tenía una bolsa en la mano y dijo: “Les traje plátanos a usted y al empleado. Pensé que era la hora del almuerzo y debías tener hambre”.
Yo: “¿Pensaste, entonces te daré unos plátanos?”
Abogado: “Sí, he leído un estudio que demuestra que los jueces que tienen hambre imponen sentencias más estrictas. Por eso.»
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