Primero el canto de los pájaros, luego la guitarra eléctrica: estábamos en Berlín para el segundo concierto de PJ Harvey en Berlín.
Vela encendida y listo
Los días 21 y 22 de octubre, PJ Harvey visitó el Admiralspalast de Berlín. El tema central de las veladas es claramente: su disco actual I INSIDE THE OLD Year DYING. Ninguna banda de apoyo debería distraernos, ninguna sala grande debería absorber la reverberación. Al comienzo de la segunda velada de conciertos, el británico dejó claro que este gran espectáculo debería centrarse principalmente en este trabajo. La primera parte del decorado se completó con las piezas que sólo finalmente cobraron sentido en el escenario con poca luz.
Todo lo que parecía minimalista, retirado de los oyentes o incluso fragmentario a lo largo del álbum, ahora se unió en vivo para formar una obra de arte total XL con dimensiones musicales y escénicas descomunales. Polly Jean Harvey, rodeada por su banda de cuatro integrantes (incluido John Parish), sacó repetidamente nuevos niveles de sonido y colores, elevándose aún más con gestos con las manos que parecían bailar, hasta que vio el lugar con entradas agotadas como un sentimiento en lugar de un individuo de 1,62 pulgadas que se siente en sus brazos.
Sumándose a todo esto: los innumerables cantos de pájaros que seguían llegando a través de los altavoces entre las pistas, pero también el diseño del escenario que parecía una ramificación interminable. Además del santuario de Harvey, donde a veces encendía una vela o tomaba un breve descanso. Si I INSIDE THE OLD YEAR DYING es una declaración de escapismo, su show en vivo se presentó como una invitación a percibir el momento en su totalidad y con total atención. Y su plan pareció funcionar: en el pasillo sólo se veían unos pocos teléfonos móviles encendidos y las voces sólo se oían como un mínimo susurro.
La guitarra eléctrica, la que agrada a la gente
Pero luego la ruptura. “The Glorious Land” consolidó el final del slide New Songs. El público se volvió notablemente más inquieto y la instrumentación se volvió más densa. Mas demandante. Los aplausos aislados y los gritos de alegría de las filas revelaron que querían salir de los asientos de terciopelo rojo y estirarse, gesticular más y tomar todo con calma, tal como lo había estado haciendo PJ Harvey en el escenario durante unos 45 minutos.
La mujer de 54 años siguió haciendo uso de su extenso catálogo anterior. Tocó “Send His Love to Me”, “Man-Size”, “Dress” y “Down by the Water”. Cuando comenzó “To Bring You My Love”, finalmente el colectivo catártico se levantó de los asientos. Aunque las piezas más antiguas contrastaban marcadamente con las canciones de I INSIDE THE OLD YEAR DYING, la multitud parecía feliz y feliz de ser dirigida por PJ Harvey.
Todo encontró su lugar: los bises “C’mon Billy” y “White Chalk” también surgieron como un inteligente hilo conductor. El baile exuberante, las manos levantadas en el aire y el canto con los ojos cerrados dejaron claro que en la segunda parte del espectáculo los complacientes relajaron una tensión que previamente habían acumulado hábilmente. La guitarra eléctrica lo hace todo.