Aunque a un ritmo aplastado hasta los niveles más bajos desde 2001, en las previsiones del Fondo Monetario Internacional la economía mundial en 2023 seguirá creciendo (+2,7%). Pero con tres excepciones significativas: Rusia golpeada por la guerra y las sanciones, Alemania, que ahora está pagando los largos años en los que se ha apretado el nudo de su dependencia energética récord de Moscú, e Italia. Lo que paga un compromiso con la energía y la inflación pero también con el freno profundo de su primer socio comercial, Alemania.
La recesión, cada vez más evocada en las últimas semanas, por unos para negarla y por otros para hipotetizarla (“no se puede excluir” en Europa, reiteró ayer el comisario de Economía de la UE, Paolo Gentiloni), se hace explícita en los cuadros del World Economic Outlook. publicado el 11 de octubre por el Fondo. Para Italia se espera un año de contracción del -0,2%, es decir ocho décimas menos de lo que suponía el Gobierno y 9 décimas por debajo de las estimaciones del propio FMI en julio, mientras que la distancia respecto a las esperanzas del pasado abril. La primera consecuencia es que el desempleo sube al 9,4%, superior al 8% proyectado por el gobierno.
Las diferencias en la deuda pública entre Italia y Alemania
El escenario, se dijo, es similar al alemán, al que el FMI atribuye un PIB del -0,3%, pero con una diferencia importante: la deuda. La de Berlín, gracias a un déficit inferior al nuestro, se reduciría del 71,1% del PIB de este año al 68,3% del próximo, mientras que la nuestra detendría su senda descendente, deteniéndose en el 147,1%: básicamente el mismo nivel (una décima menos) que ahora. No sería un problema menor.
Porque la dinámica de la deuda italiana ha vuelto inevitablemente al centro de atención de los mercados, llamados a sustituir al BCE en el papel de comprador de emisiones netas mientras los tipos suben.
Así lo aclararon las reiteradas advertencias de las últimas semanas, de Moody’s que promete una rebaja en caso de que se detenga la bajada de la deuda a Fitch que, como colegas, también enfatiza los riesgos en la implementación del NRP. Y lo confirma el cuidado con el que el gobierno saliente ha construido un escenario diferente, rodeándolo, sin embargo, de constantes advertencias sobre los múltiples “riesgos a la baja”.