Peleas en la nieve, borracheras y abanicos lanzados desde las ventanas: nunca vayas al bar con Sir Charles

Una vez que Jayson Williams lo salvó de una puñalada, otra vez lo golpeó un levantador de pesas, para evitar ser elegido por los Sixers empezó a atiborrarse: todas las locuras de «El montículo redondo del rebote»

Massimo Oriani

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Maximorianos

«Lo siento oficial, tenía prisa. Ya sabe, tengo que ir a buscar a una chica hermosa para tener sexo». Bueno, esa es una excusa obvia. Es difícil culparlo. O tal vez ni siquiera. Charles Barkley siempre ha sido un personaje exagerado. En el terreno de juego, como cuando le dio un codazo al pobre Herlander Coimbra, un estudiante de economía angoleño, en el debut olímpico del Dream Team en Barcelona 1992. O fuera, como cuando fue arrestado en Scottsdale, Arizona, por estar ebrio mientras conducía, intentando -como ya se mencionó- – para salirse con la justificación de que estaba «simplemente dando la vuelta a la esquina para que yo hiciera un…».





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