Para ser visto con vergüenza vicaria, o peor, lástima. Patrick Doorschodt sabe como nadie lo que es la ‘vergüenza de gimnasio’. Naaldwijker, de 46 años, que llegó a pesar 165 kilos, casi tira la toalla. Pero perseveró, lo superó y ahora ayuda a otros deportistas inseguros como entrenador personal. “Cuanto más esperes, mayor será tu incertidumbre”.
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